La comarca de Mula destaca por la temprana ocupación del territorio, como demuestran los restos arqueológicos recuperados en contextos prehistóricos, desde etapas paleolíticas hasta finales de la Edad del Bronce. Tanto su paisaje, como los recursos naturales de los que dispone, ha propiciado un tipo de hábitat muy bien definido, que ha ocasionado que todas las épocas de la Prehistoria queden de alguna manera reflejadas, unas más que otras, ya que es evidente el predominio de vestigios de época argárica frente a los hallazgos paleolíticos. Antes de abordar el análisis de los principales yacimientos de Mula (Abrigo del Milano, Cueva Antón y Cejo Cortado), es importante, en primer lugar, delimitar bien las etapas históricas en las que se subdivide la Prehistoria, además de conocer la peculiaridad de dicho territorio, no solo a nivel de los artefactos que proporciona, sino también mediante el estudio de los recursos naturales de los que disponían, los primeros pobladores de Mula.
Paleolítico
El Paleolítico se divide en tres etapas muy bien diferenciadas: Paleolítico Inferior (Anteneandertales, Homo Heidelbergensis, H. Antecesor, Cultura de los Cantos Tallados), Paleolítico Medio (Neandertales, Musteriense) y Paleolítico Superior (Hombre de Cro-Magnon, Auriñaciense, Solutrense, Magdaleniense), enmarcados en el marco geocronológico del Cuaternario, cuyos cambios climáticos produjeron notables efectos sobre el paisaje y sobre sus gentes, que en general vivían en grupos pequeños de población, no sedentarios, y fundamentalmente de tradición cazadora. Esta etapa ha quedado reflejada en algunos depósitos de la Comarca de Mula, aunque de forma escasa si lo comparamos con las evidencias de otras etapas culturales.
Le sigue la etapa del Epipaleolítico y Mesolítico, cazadores-recolectores del Holoceno, en un contexto en el que se han instaurado unas condiciones climáticas atemperadas. Es una etapa complicada, tanto a la hora de definir cronológicamente sus límites, como desde el punto de vista estilístico, ya que varía mucho de unas zonas peninsulares a otras, dependiendo también de las corrientes científicas que lo examinen, definiéndose al final como una industria de transición.
Neolítico
Con el Neolítico llegan los primeros agricultores y ganaderos, así como la introducción de la cerámica, el pulimento de las rocas, una tecnología de piedra tallada particular, adaptada a unos nuevos conceptos tecno-funcionales derivados de nuevas actividades productivas, tanto domésticas como artesanales. Esta etapa cultura se asocia, en la actualidad, con el Arte Levantino y Esquemático, muy bien representado en la Comarca de Mula. Los testimonios más antiguos se corresponden con la vertiente mediterránea peninsular, y parecen remontarse a los primeros siglos del sexto milenio a.C. Su distribución en la Región de Murcia muestra grandes discontinuidades y densidades variables, detectando similitudes, por un lado, con lo analizado en el País Valenciano, y por otro, con la conocida como Cultura de Almería.
Por lo que se refiere al Neolítico destaca la cerámica cardial recuperada en el poblado de Hondo de Cajitán (Cajitán Bajo), y algunos ejemplos aislados como en la Cueva de la Hoz (Finca del Hoyo). A este período le sigue una etapa muy rica en manifestaciones, como es el Eneolítico (corresponde al Calcolítico o Edad del Cobre), posiblemente como consecuencia de una mayor explotación de los recursos y un progresivo aumento de la población. Entre las evidencias eneolíticas destaca el Abrigo de la Articuela (Pantano de la Cierva), El Corcovado (Pantano de la Cierva), Lomo del Herrero (Monteral), Piedra del Manzano (Sierra Pedro Ponce), Cueva Negra (Sierra de la Muela), Tuestar o Cabezo de la Zorrera (Yéchar).
Las estaciones de arte rupestre se localizan en zonas montañosas y cercanas a corrientes fluviales, siendo un ejemplo el Abrigo del Milano, que alberga enterramientos y pinturas rupestres naturalistas con escenas de caza, representaciones de arte rupestre que también se documentan en los Abrigos del Cejo Cortado o del Charcón. Aunque menos conocido, no se puede dejar atrás las representaciones gráficas del Abrigo de Lomo del Herrero, donde se han localizado dos paneles pintados con restos de cuadrúpedos, posiblemente un ciervo, un trazo vertical y restos de pintura de varios motivos no identificables, todos ellos de color rojo.
La cultura del Argar
La cultura argárica es la mejor representada con yacimientos como los del Cabezo de la Plata (La Alquibla), Castillo de La Puebla, Piedra Plomera (Río Mula), Martibáñez, el Poblado del Milano (Cantincharia), Peñón de Caputa (Caputa), Cabezo Inés, Cabezo Alto (El Albalate), Yéchar, Cabezo Párraga, la Almoloya (Sierra Espuña), los restos constructivos de una muralla de Cabezo del Anador (Alquibla), el poblado de la Cueva Antón (Pantano de la Cierva) y el Cabecico de los Tesoros.