Relación del ser humano con el Cañón de los Almadenes
Desde la Prehistoria el ser humano ha estado vinculado al Cañón de los Almadenes y al río Segura. Las cuevas y paredes rocosas abiertas en el desfiladero fueron morada del hombre primitivo y de ello dan buena cuenta la concentración de pinturas rupestres, restos de cerámica, herramientas y útiles como las halladas en la Cueva-Sima de La Serreta, Abrigos de los Monigotes, Cueva de Jorge, Cueva de las Cabras, Cueva y Surgencia de las Enredaderas, Abrigos de las Escalerillas, Abrigo de los Rumies, Abrigos del Laberinto, Abrigos y Cuevas del Arco, Cueva de los Pucheros, Abrigos del Paso, etc.
La primera vinculación del hombre con el Cañón de los Almadenes fue por la necesidad de refugiarse y alimentarse, ocupando las cuevas del desfiladero y, dada la condición cazadora-recolectora de estas sociedades ancestrales, explotando los bosques de ribera, las ramblas cercanas y el río Segura, al objeto de conseguir alimentos.
En el Neolítico, los pastos del cañón se explotaron para alimentar al ganado y el agua del Segura se invirtió en regar los campos de cereal cultivados. Romanos y musulmanes crearon una red de acequias que partían del río para el aprovechamiento agrícola de la zona, construcciones tradicionales que han sido utilizadas por el hombre a lo largo de los siglos. También el ser humano explotó las canteras de mineral en el cañón así como las salinas del paraje del Alto Almorchón.
La bravura de las aguas del río Segura a su paso por el cañón ha sido aprovechada para diversos usos económicos, entre los que destaca el eléctrico con la construcción de la Central Hidroeléctrica de Almadenes, situada aguas abajo. En la actualidad la relación del hombre con el Cañón de los Almadenes tiene que ver, en su mayor parte, con la belleza paisajística y riqueza arqueológica que atesora, conformando un paraje idóneo para la práctica del turismo rural y los deportes de aventura.
Construcciones que salpican el cañón
En las inmediaciones del Cañón de los Almadenes existen edificaciones con cierto interés como exponentes de la arquitectura popular tradicional. El uso general de las construcciones que salpican el entorno del desfiladero está compartido entre el agrícola y el residencial, al que hay que añadir los complejos hidráulicos vinculados al aprovechamiento del río. Las construcciones agrícolas son en su mayoría almacenes, así como pozos para la explotación del acuífero del sinclinal de Calasparra.
Conforme el Cañón de los Almadenes va perdiendo su encajonamiento se desarrollan pequeñas zonas de vega a ambos lados del Segura regadas con el agua, que transportan las acequias que discurren por ambas márgenes del cauce. Por la derecha y desde la Central Hidroeléctrica, parte la Acequia de Don Gonzalo; aguas abajo del azud de derivación que da lugar al Embalse de Almadenes nace el Canal del Progreso, transportando agua por la margen izquierda del río Segura. De dicho canal sale la Acequia Andelma, que discurre por la margen izquierda llevando agua a la zona de la Vega del Segura. Las edificaciones residenciales son básicamente unifamiliares aisladas, aunque también existe un elevado número de pequeños conjuntos tradicionales, que se recuperan para constituir agrupaciones de segunda residencia y que ofrecen diversos estados de conservación. La ocupación de las edificaciones residenciales es mayoritariamente de segunda residencia, siendo muy bajo el número de edificaciones destinadas a ocupación permanente.