Fernando III de Castilla (1201-1252)
A San Fernando correspondió la unión de los reinos de León y Castilla. Este personaje y sus huestes, con el apoyo de la Orden de Santiago, fueron los artífices que hicieron posible que el rey moro Ibn Hud hiciera una primera entrega de la Murcia musulmana al poder cristiano en 1243. Fernando fue la herramienta de la que se sirvió la Historia para fraguar lo que sería el futuro de la Región, vino a resultar el catalizador necesario para el cambio que aquellas gentes, nuestros ancestros, necesitaban en un momento concreto y en este lugar determinado.
En su juventud, cuando apenas contaba 16 años ya tuvo que hacerse cargo nada menos que de las riendas de Castilla, un reino en alza que a partir de 1232 y de su mano, protagonizó un importantísimo avance en la reconquista contra el orbe musulmán peninsular, conquistando Córdoba, Jaén, Cádiz y Sevilla. Sus gestas militares (recordemos la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 contra los almohades) y sus presiones políticas lograron la firma del tratado de Alcaraz en 1243 gracias al cual el rey murciano Muhammad Ibn Hud (Aben Hudiel) capitulaba poniendo la soberanía del reino en manos cristianas. El infante Alfonso entró en Murcia justamente el día primero de mayo de ese mismo año. Desde 1241 la Orden de Santiago había estado desarrollando inteligentes estrategias en esta dirección hasta lograr que Murcia cayera casi como fruta madura. Sin embargo, la capitulación fue sólo nominal porque Ibn Hud sólo controlaba la ciudad y prueba de ello fue el levantamiento en armas de aldeas y villas disconformes con lo pactado por su rey. Lorca, Cartagena y Mula gozaban de un importante peso económico y militar en si mismas de manera que se declararon en rebeldía abierta casi de inmediato, a pesar de que la capitulación reconociera explícitamente el respeto a propiedades, instituciones, lengua, usos y costumbres. La campaña militar contra estas plazas tuvo lugar en la primavera de 1244.
Fernando III falleció en 1252 como rey de una Murcia cristiana que legó a su hijo Alfonso junto con la responsabilidad de su evolución y desarrollo. Desde un punto de vista eminentemente cultural podemos señalar que impulsó las ciencias, fundó la Universidad de Salamanca, instauró el castellano como lengua oficial y bajo su reinado se iniciaron las catedrales de Burgos, León y Toledo. Fue ascendido a los altares en 1671. Pero desde otra perspectiva, más casera y humana, comentar que era un melómano, o que se casó dos veces teniendo, reconocidos, trece hijos. Él mismo fue fruto de los amores incestuosos de tio y sobrina.