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   Además de la impresionante colección de exvotos tallados en piedra arenisca, ya sean en forma humana o de équidos, el santuario del Cigarralejo presenta otra gama de objetos más modestos, aunque abundantes en cuanto a número se refiere. Fueron ofrecidos por los devotos a la divinidad y hemos de tenerlos presentes, no ya por su valor intrínseco, sino por lo que representan a nivel cultural.

   Posiblemente dichos fieles no pudieron costearse una pieza de más valor como las esculturitas pétreas y entregaron en el santuario objetos personales que, sin duda, estaban en uso hasta el momento de su deposición, bien al pedir algún beneficio o al dar las gracias por un bien recibido por parte de la deidad o deidades a quienes estaba dedicado el centro.

   Ofrendas halladas en el Santuario

   Las ofrendas son:

-10 fusayolas, o contrapesos del huso, fabricadas en barro cocido y forma bitroncocónica. Sólo una presentaba decoración incisa a base de puntitos. Debieron ser ofrendas realizadas por mujeres, ya que es un objeto íntimamente ligado a la mujer ibérica, como demuestra su abundante presencia en los ajuares funerarios de sepulturas femeninas.

-Distintos tipos de adornos como: dos fíbulas de bronce de tipo anular hispánico; cinco sortijas de bronce con chatón oval o circular que sirvió de sello en los dos únicos ejemplares en los que se aprecia el dibujo, parecen representar pájaros o animales alados enfrentados y una esfinge; 62 anillos de chapa de bronce plana, sin decoración; trece anillos de plomo y plata, todos ellos de pequeño tamaño, especialmente los de plomo, por lo que se desconoce su posible uso; algún aro de hilo de cobre o bronce grueso y dos cuentas de collar de pasta vítrea. Todos estos objetos fueron usados tanto por hombres como por mujeres o niños, por lo que es difícil intentar deducir qué clase de fiel lo pudo ofrecer en el santuario.

-Armas: Son escasísimas, únicamente aparecieron tres modelos. Concretamente un regatón de lanza, fabricado en hierro; un proyectil de plomo de forma bicónica, con los extremos apuntados, y, por último, una pieza interesantísima por su rareza en todo el ámbito ibérico.Se trata de una falcata de hierro realizada en miniatura. Presenta una empuñadura en forma de cabeza de caballo en la que parecen intuirse los remaches de sujeción para las cachas de madera o de hueso, que no se han conservado.

   Es habitual en todos los santuarios ibéricos conocidos que, aunque predomine un tipo de exvoto que se repite en cuanto a material de fabricación y forma, aunque con variantes, aparezcan otros elementos distintos que aparentemente no guardan relación con el conjunto predominante. Pero, que al igual que aquellos, son también ofrendas que forman parte de un ritual del que apenas vislumbramos en lo que debió consistir, sino fuera precisamente por estos depósitos que se ocultaron en un momento dado, bien para protegerlos ante un peligro inminente; bien al estar amortizados, debido al tiempo transcurrido desde su entrega y la abundancia de ellos, que fue necesario ¿guardarlos? con el fin de que el recinto pudiese acoger nuevos exvotos.