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   Entre el lote de exvotos ibéricos, depositados en el santuario del Cigarralejo, destaca una pequeña colección muy homogénea, que representa a figuras humanas de pequeño tamaño. Son 18 piezas de forma masculina y femenina, lo que se intuye por el tipo de ropaje, tocados y adornos que portan. Se trata de esculturitas talladas prácticamente en bulto redondo, casi prismáticas o cilíndricas. Este último elemento se acentúa, al ir todas ataviadas con amplios mantos, en ocasiones abiertos por el centro, que las envuelven hasta los pies, dejando vislumbrar, en estos últimos casos, las largas túnicas con el escote en V, propio de las élites dirigentes.

   Rasgos físicos, vestuario y objetos de adorno

   Tanto las damas como los hombres presentan una actitud recogida y, en la mayoría de los casos, la cabeza cubierta, bien con el manto, el velo o el gorro para el caso de las damas, bien con casco para las masculinas. Los rasgos faciales están tallados toscamente, resaltándose los pómulos, cejas y mentón y los ojos almendrados carecen de pupila (al igual que ocurre en la mayoría de la estatuaria ibérica).

   No faltan adornos personales como los pendientes amorcillados, colgantes o gruesos collares, posible indicativo del elevado estatus social de las personas que ofrendan dichos exvotos, fíbulas o broches para sujetar los mantos a la altura del pecho. Los brazos o manos apenas se insinúan y por debajo de las túnicas o mantos se vislumbran unos pequeños pies calzados con borceguíes que apoyan, sin excepción sobre una peana, por detrás de la cual, en muchas ocasiones, cuelga el manto.

   Representaciones antropomorfas

   Se encontraron bajorrelieves que representan miembros del cuerpo humano: Uno de ellos eran dos manos humanas, con los dedos juntos y estirados, unidas por los pulgares. El otro, sería similar, pero apareció muy incompleto, por lo que resulta imposible su reconstrucción. Contamos también con una placa completa, en la que mediante incisión se han representado, en una de sus caras, las huellas de dos pies. Esta placa presenta varias rectificaciones, lo que indica la impericia del artesano. Existen dos pequeñas oquedades a modo de cazoletas en cada uno de los pies. Su finalidad debió ser la de servir de receptáculo para pequeñas ofrendas. Por último, una pieza excepcional por su rareza en forma de prisma piramidal. Elaborada en barro cocido, presenta en una de sus caras un tallo serpenteante con hojas de hiedra en el centro, franqueado a ambos lados por la huella de un pie humano.