La Religiosidad en el Santuario
Es difícil intentar recabar información en este tema, ya que se dispone de pocos datos para acometer un estudio completo y fidedigno, a saber: los restos del edificio cultural y los exvotos asociados a él u otros restos materiales que pudiera atribuírsele un carácter sacro. Esto es así puesto que pese a lo que ha avanzado el conocimiento de la religiosidad y de los dioses ibéricos en la última década es quizás uno de los temas que mayor retraso presenta en el campo de la investigación acerca de esta cultura por varios motivos, que podríamos resumir en: la escasez, dispersión y diversidad de los restos arqueológicos con que comparar unos recintos con otros; la dificultad de interpretarlos correctamente desde nuestra óptica actual y solamente a partir de la cultura material aparecida en ellos. Por otro lado, una buena parte de las excavaciones y hallazgos son antiguos y sería necesario volver a retomar los estudios y revisar todos esos materiales encontrados, como muy tarde, a principios del s. XX y, finalmente, ante las pocas fuentes escritas que aportan alguna luz al respecto.
El santuario del Cigarralejo es un edificio destinado a guardar las ofrendas que los fieles depositaban, tras pedir al dios un favor o dar las gracias por un bien concedido. Respecto a dios o dioses al que estuviera dedicado no tenemos datos escritos, dada la parquedad de las fuentes clásicas en cuanto a ellos se refiere, no obstante, este santuario debió estar consagrado al culto de una divinidad, cuyo nombre desconocemos, protectora de la fecundidad, prosperidad en general y de los caballos, ya que la mayoría de los exvotos u ofrendas encontrados en él representan a este animal en distintas facetas que no son sino la evocación de la realidad cotidiana.
No hemos de olvidar la importancia económica y social que tuvo el caballo en la antigüedad, por su papel en la economía diaria: labores agrícolas, transporte, carga y comercio; como protagonista en la guerra; y, por último, para la aristocracia ibérica como signo de prestigio, visible de forma clara en los monumentos ibéricos tipo ¿pilar-estela que coronan algunas de las sepulturas más relevantes?.
Debió existir, si no un cuerpo sacerdotal, sí algún sacerdote que se encargara del mantenimiento, custodia del edificio, así como del culto y de la iniciación en los misterios sagrados de la divinidad a los creyentes que entregaran sus presentes o que quisieran realizar alguna práctica ritual determinada. Igualmente, en opinión de varios autores como Rosario Lucas o Encarnación Ruano, podía complementar al poblado en funciones políticas y administrativas, además de las religiosas que se aglutinarían en el mismo núcleo.
