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   Planta y alzado

   Se trata de un edificio singular adaptado a la topografía de la cima rocosa sobre la que se asienta, de aproximadamente 29 m. de eje este-oeste por 12 m. de eje norte-sur. Es escalonado y aprovecha las propias paredes del risco para su defensa.

   Consta de un pasillo central, en torno al que se articulan una serie de dependencias dispuestas a uno u otro lado del mismo. Se accede a él salvando escalones y pasando por un corto vestíbulo en L y, al fondo, nos encontramos con un corredor perpendicular, la Habitación 10, posiblemente a cielo abierto, tal y como parece demostrar el pavimento pétreo que aún hoy lo recubre.

   Al fondo, y en línea con el pasillo norte, se encuentra la Habitación 11, estratégicamente situada en la cota más alta y cuya peculiaridad radica en que no comunica con el resto de las habitaciones. La puerta pudo abrirse en la ladera oeste, en donde a un nivel muy inferior se vislumbran restos arquitectónicos de difícil identificación y un aljibe o cisterna, aunque no se descarta un hipotético acceso por el techo. Bajo el piso se descubrió un pozo o favissa con exvotos (ofrendas) ibéricos, mayoritariamente équidos. El derrumbe y la erosión impiden que conozcamos si existió una Habitación 12, contigua a la Habitación 10 y situada en la ladera oeste y que cerraría todo el contorno por el suroeste.

    Hay un gran cuidado en la elaboración de los umbrales y de las jambas de las puertas, algunas talladas en la piedra caliza de color rojo de las vecinas canteras del cerro de la Almagra, mientras que el resto de la piedra es la natural de la zona, sin labrar y trabada con barro. Se ha llegado a aprovechar e incorporar la propia roca a las paredes y pavimento del suelo al labrarla en la esquina de la Habitación 9.

   Uso de las habitaciones

   No podemos saber el uso dado a las habitaciones, ya que no existen hogares u otras estructuras que ayuden a determinar su funcionalidad, salvo en la Habitación 3 que apareció un banco y en la Habitación 0; Habitaciones 1, 2, 4 y 5 algún pequeño exvoto, lo que indica que no todos estaban en el escondrijo sellado. Tampoco hemos de olvidar la abundancia de recipientes cerámicos, usados como contenedores de alimentos.

   Es un conjunto indígena, unitario y planificado, construido en un mismo momento, como indica la organización del espacio y las plataformas escalonadas que enrasan el desnivel y realzan dos estancias cuadrangulares de la crujía sur: la Habitación 7 y la Habitación 9. Debió presentar una imponente masa, a modo de fortaleza, que permitía controlar la entrada al hábitat, a la necrópolis y los caminos, además de las funciones propias de un santuario, que pudo completar al poblado en otras tareas administrativas, religiosas o políticas. No sabemos la fecha de construcción, pero pudo abandonarse al ser destruido sobre el s. II a. C.