El Cigarralejo es uno de los conjuntos arqueológicos más representativos del ámbito peninsular en lo que a la cultura ibérica se refiere. Primero porque desde el inicio de las investigaciones científicas de D. Emeterio Cuadrado Díaz, éste dio a conocer simultáneamente los tres espacios diferenciados que conforman un asentamiento ibérico, es decir, el santuario, la necrópolis y el poblado.
Es el yacimiento que ha introducido más novedades de esta cultura protohistórica, no solo en el plano de la religiosidad o la espiritualidad del hombre ibérico, de su ritual funerario o sobre los sistemas de enterramiento empleados. A todo ello habría que sumar el estudio de una ingente cultura material, que aún se encontraba por sistematizar, y que permitió reconstruir, en buena medida, cómo fue la actividad diaria del hombre que habitó en el poblado, del que aún hoy se aprecian en superficie el trazado de los muros de las viviendas y restos de la muralla, que debió protegerlo en caso de peligro, pero a falta de realizar las pertinentes excavaciones arqueológicas que nos permitan tener una visión global de este interesante conjunto muleño que hoy denominamos El Cigarralejo.
Se encuentra ubicado a unos 4 kms. de la ciudad de Mula, en la margen derecha del río homónimo, sobre el extremo septentrional de una cadena montañosa orientada en dirección SO-NE, al oeste del cerro de la Piedra Plomera dominante en la zona. Su situación es privilegiada, ya que se emplaza en un territorio estructurado por una red de vías de comunicación que aprovechan las posibilidades naturales del terreno, para enlazar con otras estaciones ibéricas del entorno como el Cabezo del Tío Pío (Archena) o Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla). Por la vía Yécar pasa una antigua calzada romana que une a todos ellos con la Alta Andalucía, sureste meseteño y costa levantina. Igualmente el río Mula desemboca en el Segura a unos 28 kms, con lo que contactarían con la vega del sureste peninsular, sin duda, la más rica del poblamiento ibérico. A través de estas vías o caminos, la comunicación y el comercio de unos poblados con otros estaba asegurado.