Inquisición
El primer caso que traemos a colación es el de un religioso que abandonó su Orden para acabar viviendo maritalmente en Ricote. Se trataba de Francisco Pan y Agua, conocido por Carlos de Sosa. Al parecer, era todavía muy joven en 1645 cuando, forzado por la familia, tomó los hábitos en el convento de la Santísima Trinidad de Córdoba.
No llegó a cumplir los diez años de internamiento cuando se fugó del convento huyendo a refugiarse en Ricote. Allí conoció a María Maronza con quien se casó. Pero en 1661 fue descubierto y detenido; el juicio se celebró en marzo de 1662 y fue condenado a galeras para cuatro terribles años. Se desconoce si logró sobrevivir y volver a encontrarse con su pareja, si tuvo descendencia, etc.
Los solicitantes
El segundo de los casos recogidos se refiere también a un religioso, su nombre era Atiliano Ortíz de Rivera y su cargo, cura del Valle de Ricote. Se le juzgó en 1644 por “solicitatio ad turpia”, es decir, por ser un "solicitante" como se denominaba en la época a los religiosos que pedían favores de carácter sexual a las jóvenes que acudían a confesarse. Precisamente, en la centuria siguiente, bajo estos cargos serán acusados Luis Belluga, Dean de la catedral y sobrino del Cardenal Belluga o el el jumillano Juan Lozano y Santa quien desde luego, no hacía honor al apellido.