Los pueblos ibéricos están insertos en la Edad del Hierro Plena, similar a otras culturas de Europa, como Hallstatt, la Tené o el mundo etrusco. Estas sociedades, que podemos calificar de complejas y muy bien estructuradas política y socialmente, están organizadas de manera piramidal.
Monarquía y aristocracia
Ocupan la cúspide una monarquía de origen pseudodivino, es decir, su autoridad les viene conferida por su prestigioso pasado y en última instancia por los dioses. Con el tiempo, a partir del siglo V anterior a Jesucristo, evoluciona hacia una aristocracia principesca, de ámbito local o regional. Esto no significa que la élite rectora fuese minoritaria, ya que al no existir una unidad política real entre los distintos territorios ibéricos habría tantas 'elites' aristocráticas gobernando como poblados independientes.
Pese a la estructura aristocrático-caciquil que se comprueba por los hallazgos materiales, principalmente los procedentes de los ajuares y monumentos funerarios en las necrópolis, hay que tener en cuenta que en las áreas de hábitat no ha quedado tan clara esta diferenciación, ya que en los poblados no suelen encontrarse ni edificios públicos que pudieran representar el poder de los aristócratas ni grandes casas-palacio que plasmasen físicamente su pujanza político-económica.
Diferentes grados de riqueza
En este sentido los estudios de los ajuares funerarios han sido determinantes para conocer la escala real de riqueza, al menos a nivel de clanes o familias, ya que la cantidad y calidad de los elementos depositados en las fosas, junto al tiempo gastado para la construcción de las superestructuras funerarias, varía mucho.
Las diferencias son más acusadas en el siglo IV anterior a Cristo; en la práctica totalidad de los yacimientos analizados se comprueba que hay unos pocos señores/as que acumulan muchas piezas de valor, tales como armas, cerámicas de lujo, joyas, abalorios varios o elementos escultóricos coronando la tumba. Por el contrario, la mayoría de las restantes deposiciones suelen proporcionar como media entre cuatro y cinco objetos, aunque la escala que sirve de nexo de unión de unos y otros es reconstruible con ajuares, con lo que podríamos llamar riqueza media-baja, media y media-alta, aunque el volumen porcentual sea pequeño.
Con el paso del tiempo se observa una reducción entre los ajuares más ricos y la media común de la sociedad ibérica, sobre todo a lo largo de las dos centurias previas al nacimiento de Cristo, desapareciendo también los monumentos funerarios con presencia de programas escultóricos. En este periodo previo a la desaparición de la cultura ibérica, diluida en el fenómeno de la romanización, puede decirse que aunque la estructura social de las poblaciones ibéricas siga siendo aristocrática y clientelar, sin embargo su cohesión orgánica debía de ser mucho mayor que en periodos precedentes.