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   La serie de pueblos cuya cultura material puede definirse de manera genérica como cultura ibérica, comprende una estrecha franja costera peninsular que iría desde la Alta Andalucía hasta aproximadamente el río Herault, en el sur de Francia. Es decir, comprendería las provincias orientales de Andalucía, Albacete, Murcia, Valencia, algunas comarcas de Aragón y Cataluña dentro de la Península Ibérica.

   Tecnológicamente hablando se trata de una civilización perteneciente a la Edad del Hierro Pleno, con un estado de desarrollo similar al de otras culturas coetáneas indígenas de la Europa Occidental, como los pueblos célticos del interior peninsular, los galos, situados en una buena parte de la actual Francia y algo menos pujantes que el mundo etrusco, localizado en el centro de la Península Itálica.

   Relaciones con fenicios y griegos

   Los pueblos ibéricos maduraron con el contacto comercial y colonial de los fenicios, griegos y, finalmente, de cartagineses y romanos en la etapa final de la cultura ibérica. A todos ellos compraron manufacturas a cambio de materias primas, destacando la adquisición de vajillas de mesa de lujo, procedentes mayoritariamente de Grecia, concretamente de la polis de Atenas a lo largo de los siglos V-IV a. C. En la baja época de la cultura ibérica, estas cerámicas de lujo o semilujosas pasaron a comprarse en Italia o en las colonias griegas del noreste peninsular (Ampurias y Rosas).

   Por su propio carácter, nunca llegaron a formar un Estado ibérico, aunque mantuvieron fuertes nexos de unión en sus costumbres, rituales, religión, comercio o idioma a lo largo del tiempo. Ésta es una de las causas por las que las fuentes escritas grecorromanas nos proporcionan diversos nombres de las tribus situadas desde Andalucía a Cataluña: bastetanos, contestanos, edetanos, oretanos, layetanos, ilergetes e indiketes.

   Cronología

   En lo que respecta a la cronología global de las sociedades ibéricas podemos afirmar que desde el principio ocuparon el mismo territorio descrito con anterioridad y su desarrollo cronológico cubre desde finales del s. VI a. C. hasta el s. I a C., a comienzos del Imperio Romano. Dentro de estos 500 años podemos marcar varios periodos:

-I Fase Ibérico Antiguo c. 525-450/425 a. C.

-II Fase Ibérico Pleno c. 425-250/225 a. C.

-III Fase Ibérico Tardío c. 225 a. C- s. I d. C o iberorromano.

   A partir de Augusto (últimas decadas del s. I a.C.), puede considerarse que los modos de vida ibéricos se han ido asimilando a la reciente sociedad romana y que, exceptuando quizás la lengua en algunas poblaciones y el uso de las vajillas de tradición ibérica, los rasgos relevantes de esta cultura protohistórica han desaparecido como los hábitats en altura fortificados, las grandes necrópolis, la fabricación de la cerámica o el uso de su propia panoplia ibérica.