En los años finales del siglo el Concejo se cuestionó la necesidad de construir un puente, pero en dicha época el Intendente Corregidor ponía muchas trabas a las obras con elevados presupuestos, y ello pudo ser la causa de que no se llevase a efecto. El mismo Medina Tornero dice, que el Intendente impidió la construcción de un barco nuevo en 1799 y obligó a reparar el viejo, que se hundió al botarlo de nuevo, y reflotado el mes siguiente, se hundió definitivamente; con el consiguiente disgusto del Concejo y la oportuna queja a dicha autoridad. El número de personas, ganados y carruajes que utilizaban el servicio en estos años finales de siglo debió ser muy elevado, pues en 1798 el arrendamiento subió a 5.784 reales y en 1800 a 11.250.
No fueron mejores las circunstancias o los gastos que la necesidad de cruzar el río impusieron durante el siglo XIX a la población de Archena. Por ejemplo, en 1802 se produjeron daños muy importantes en la barca, al año siguiente el Concejo todavía no tenía dinero para repararla y en 1904 por fin un particular fabricó la nueva barca a cambio de quedar libre de impuestos hasta resarcirse de la inversión. En mayo de 1806 Juan Cayetano Morata elaboraba un proyecto de construcción de los muelles necesarios para ambas márgenes del río.
En 1817 de nuevo resultaba imprescindible construir una nueva pues la anterior estaba muy deteriorada. En el Trienio Liberal el ayuntamiento tuvo que invertir importantes sumas en mejoras y recoger los restos del barco en Lorquí a consecuencia de la gran avenida de 1823. Era en ese momento el arrendador José Medina Solana.
Tan destructiva como ésa fue la riada que se produjo la noche del 3 al 4 de octubre de 1838 que requirió barco y muelles nuevos, reparaciones en la vivienda del arrendador e instalar dos aguilones que recondujeran el agua hacia el cauce principal. Todo ello supuso un gasto de 11.600 reales.
En la temporada otoñal de 1849 el arrendador del barco cobraba a los concurrentes a los Baños precios por encima de la tarifa. Lo que motivó un escrito del Gobernador al Alcalde, quien sin dilación, hizo diversas diligencias, de las cuales se dedujo que la tarifa señalaba 3 reales. En 1851 fue necesario realizar otra inversión en este servicio municipal de 1.304 reales. El costo del contrato de arrendamiento oscilaba entonces en torno a los 6.000 reales. El Vizconde de Rías se comprometió en 1855 a construir una nueva barca y a reparar los muelles, por haberse llevado el río la que había en el mes de enero, pero a cambio, solicitaba el disfrute de todo durante cuatro años a contar a partir de enero de 1856. La devolución al ayuntamiento se haría en 1860. Aprobado por la Diputación Provincial el 28 de julio, el 14 de septiembre don Manuel Wamba apoderado de don José de Bustos y Castilla traspasó la obligación en don Martín Almela, vecino de Murcia, quien lo llevó a efecto con un costo de 12.502 reales. Las lluvias dieron al traste con los planes y el acuerdo del Vizconde, pues el tres de septiembre de 1856 vio su inversión hecha pedazos en la toma de la acequia de Alguazas.