Tras una larga selección de lugares donde ubicar un aeródromo, labor que se encomendó al coronel Vives, el Gobierno eligió en 1915 Los Alcázares como el emplazamiento ideal. En diciembre de aquel año el hidroavión Curtis, pilotado por el teniente White, sobrevolaba Los Alcázares. Pronto comenzaron sus pilotos a participar en las fiestas locales y así, en agosto de 1916, mientras tenían lugar las regatas, los pilotos Valencia, White y Navarro, realizaban vuelos diarios sobre los participantes y espectadores causando auténtica sensación.
La importancia del aeródromo llevó a las autoridades nacionales a querer establecer en la zona una Escuela Aeronáutica, expropiando terrenos a tal efecto en 1920. Ese año ingresaba como alumno Rafael Martínez Esteve, futuro Coronel y el murciano Antonio Menárguez quien con solo 17 años ya era mecánico montador. Era teniente de aviación ese año Jesús Torres.
En 1921 el Conde de Romanones, en un arranque de generosidad y patriotismo, donaba la isla Perdiguera para establecer el equipo de tiro en ella y el 17 de noviembre ya tenían lugar las primeras prácticas con presencia del Gobernador militar y los coroneles del Estado Mayor.
Visita del Infante Alfonso de Orleans
El 12 de mayo de 1922 el infante Alonso de Orleáns visitó la Escuela de Combate y Bombardeo Aéreo que además era piloto-aviador. Tras ser recibido en la estación de Pacheco por el comandante de la Escuela, Alfredo Kindelán, se alojó en el Hotel-Balneario de La Encarnación.
Eran oficiales en esos momentos: Rodríguez, Díaz Gómez, Súnico, Melendreras, Rivera, Díaz Montero, Arias Salgado y Hermoso, destacando la presencia del piloto francés Foix y el italiano Guarniete. La tarde del día 13 de mayo realizaron prácticas de tiro con ametralladora y el Infante Alfonso pilotó un Bristol. Aquella noche se realizaron por primera vez vuelos nocturnos con el hidroavión tipo Saboya. Fueron protagonistas los pilotos Súnico y Díaz Montero con el italiano Guarniere.