Titulado ya arquitecto, Pedro Cerdán se trasladó a Murcia en 1889 para abrir un estudio de arquitectura. El 11 de marzo de 1891 se le otorgaría la plaza de arquitecto municipal que detentaría durante diez años, a lo largo de los cuales gestionaría una gran cantidad de obras en la ciudad.
Algunas de estos proyectos en Murcia, actuaciones parciales y de mantenimiento, fueron el paseo y las bancadas del Malecón, las rejas o verjas del jardín de Floridablanca y del casino o los grupos escolares de Baquero Almansa, el Carmen, Cierva Peñafiel y García Alix, en los cuales destacan las fachadas de ladrillo visto, elemento muy utilizado por el arquitecto.
Cerdán también dirigió en Murcia el proyecto de la fachada del cementerio municipal de Nuestro Padre Jesús, en 1901, las obras del Casino de Murcia, proyectado por el arquitecto José María Baldo en 1902, así como las obras del mercado de abastos de la ciudad, la Plaza de Verónicas, concluidas en 1910, además del edificio del Museo Provincial.
Las obras de arquitectura de Cerdán se extendieron por la Región de Murcia. En la ciudad de La Unión destacaron dos de sus trabajos más reconocidos, la Casa del Piñón, proyecto temprano de 1899, y el Mercado de Abastos, en 1907, proyecto de Víctor Beltrí que Cerdán dirigió y modificó.
En Los Alcázares diseñaría el Paseo de la Concha, en la ciudad de Alhama, el arquitecto proyectó en 1928 un sencillo mercado público, y en 1899 diseñó uno de los edificios más peculiares de San Pedro del Pinatar, la Casa del Reloj, o casa de la familia Servet, lugar en el que moriría el presidente de la primera república, Emilio Castelar.
En su Torre Pacheco natal también llevaría a cabo proyectos arquitectónicos, así como la gestión y los informes que el Ayuntamiento le solicitaba en ocasiones. Planos de parcelaciones urbanas, reforma de la Casa Consistorial, informe sobre el estado de una plaza de toros, así como el proyecto en 1890 del cementerio de Roldán, o el diseño de su casa solariega particular en la vecina Los Alcazares.
La tendencia ecléctica de finales del siglo XIX y principios del siglo XX de la obra de Cerdán es evidente. La utilización del ladrillo, los tejados de cinc, el vidrio y el hierro forman parte de los diseños modernistas, pero el eclecticismo dotaría a su obra de cierta imaginación, añadiendo elementos propios del arte antiguo o gótico.
Pedro Cerdán seguiría la corriente ecléctica practicada por algunos de sus colegas de la Academia como Carlos Mancha, Marín Baldo, Berenguer o Belmonte. El academicismo de sus diseños vino influenciado por sus colegas madrileños Jareño, Velázquez y Bosco así como por las tendencias neomudéjares en las que el uso del ladrillo constituía la base del diseño. A todo esto hay que añadir el conocimiento que el arquitecto tenía de la arquitectura que se llevaba a cabo en países como Francia, Alemania y Estados Unidos.
De la obra de Cerdán se ha escrito: "Modernismo en su versión vienesa y clasicismo gestado al calor del academicismo madrileño los encontramos solapados en numerosas obras de Cerdán entre 1904 a 1920."
Como se resumiría durante la celebración del 150 aniversario de su nacimiento, su vida profesional destacó en tres ejes: "la remodelación de la ciudad de Murcia, la búsqueda constante de una creatividad arquitectónica y artística para ajustarse a la demanda de los tiempos y la defensa de la profesión de Arquitecto."