El valle tiene una larga historia que arranca de la época romana. Por él pasaba la calzada que unía la vieja Gades (Cádiz) con los Pirineos para luego seguir camino hacia Roma. Los árabes no hicieron más que seguir los trazos dejados por las viejas piedras romanas para marcar el camino que unía Al Andalus con las tierras de Levante, siendo tierra fronteriza entre dos culturas bien distintas, la árabe y la cristiana.
Entre los distintos espacios naturales que podemos encontrar en esta zona destacamos el Río Guadalentín, los Saladares del Gaudalentín, los Barrancos de Gebas, Sierra Espuña, y el Embalse de Algeciras.
Situado entre los relieves de Carrascoy y Espuña, los Saladares del Guadalentín, Espacio Natural Protegido, integra el tipo más genuino de humedad continental de la Región de Murcia. Han sido clasificados como criptohumedal, debido a la ausencia de una lámina de agua superficial, y son un hábitat óptimo para las aves de tipo estepario. Podemos ver pequeños pájaros como la terrera común o la cogujada, o rapaces como el aguilucho cenizo. La alta participación de materiales salinos en estos procesos deviene en un paisaje y vegetación de estepa salina, un ecosistema extremadamente singular a escala europea.
La importancia de este paraje reside en las peculiares comunidades de aves que de él dependen, por lo que cuenta también con una figura de protección ZEPA y Paisaje Protegido.
El Embalse de la Rambla de Algeciras contrasta con la extrema aridez del paisaje donde se enclava. La actividad de este pantano regula las avenidas de la rambla de Algeciras, una de las más activas geomorfológica e hidrológicamente de la Región. La impresionante escollera que sujeta las aguas se levanta en las proximidades del paraje de Los Zancarrones, entre la sierra de la Muela y el Pico de El Castellar.
Los Barrancos de Gebas son un espacio encajado entre tres sierras: Espuña, La Muela y El Cura. Lo que más caracteriza a este lugar es su paisaje de cárcavas, barranquizos y cañones, desprovisto de cubierta vegetal, que se conoce como bad-lands o paisaje lunar. En 1995 fueron declarados Paisaje Protegido y se trata de una zona esteparia de interés por la singularidad e integridad de sus ecosistemas, con un gran interés geomorfológico. De su vegetación destacan las comunidades incluidas en los tipos de hábitats prioritarios de interés comunitario, como las estepas yesosas (Gypsophiletalia) y las formaciones subestépicas de gramíneas y anuales (Thero-Brachypodietea). En lo que respecta a la fauna, destacan las formaciones de bad-lands, procesos típicamente fluviales, en sistemas de ladera de suave relieve y sobre materiales margosos. Asociados a estas formaciones se hallan los suelos halomorfos por procesos de salinización en los fondos de los cauces.
Dentro de éste valle se asientan algunas de las poblaciones más importantes de nuestra Región.