En lo que se refiere al periodo hispanovisigodo, sin duda alguna la pieza más significativa encontrada en Begastri es una cruz monogramática. En las ceremonias de consagración de iglesias y altares era frecuente el uso de cruces de bronce como la encontrada en Begastri. Se sabe por restos epigráficos que la Basílica de la ciudad fue consagrada a San Vicente por el obispo Acrusminus y no es descabellado pensar que esta cruz fuera testigo excepcional de tal consagración. Probablemente fue elaborada en un taller hispano-romano hacia el siglo VI de nuestra era. Mide 39,5 X 31,8 X 1.0 cm. La técnica empleada en su elaboración inicialmente pudo ser la fundición, aunque con posterioridad habría sido trabajada a forja, siendo finalmente la superficie refinada con lima o cincel, tal como se deduce de cierta regularidad del trazo de los brazos. El disco enlazado a la cruz por su anilla y cadena repite el monograma con idéntica grafía y decoración de círculos, con un punto en el centro por su cara principal, que también decoran el alfa y la omega, todos obtenidos con la misma matriz.
Los dos delfines debieron formar parte del conjunto soldados a la cruz. Son idénticos y de buena factura, los ojos están dibujados por las dos caras e indican que, como la cruz, se elaboraron para ser vistos por las dos facies. El simbolismo del delfín, salvador de náufragos en el mundo clásico, también admite una lectura cristiana, como salvador de almas, tampoco hay que olvidar la presencia del pez en la iconografía cristiana, como alusión al mismo Hijo de Dios. Se identifica también el monograma de Cristo con la rho en su parte superior y el alfa y omega pendiendo de los brazos. En realidad constituye una alegoría de Cristo: el ancla, el pez y el crismón, con una insistente repetición del símbolo Cristo crucificado y redentor.