Lápida de Culto a las Reliquias
Lápida de Culto a las Reliquias


  En la cosmovisión de la Antigüedad Tardía, el obispo era considerado entre los fieles cristianos como un homo santus, un hombre santo, y como tal era digno de auténtica veneración por parte de la comunidad religiosa. A la par que ese sentimiento se extiende el culto a las reliquias; ya desde los primeros años del siglo IV se tiene constancia de la gran estima que los fieles tenían a los vestigios sacros, sobre todo las procedentes de mártires. Durante el período bizantino esos sentimientos de religiosidad debieron agudizarse e incluso fueron potenciados por el Imperio. Para la datación de la lápida, que nos ocupa, se ha pensado en un ambiente artístico y cultural de influencia bizantina u oriental, esto es, entre los siglos V y VI de nuestra era.

  Ambos fenómenos, propios de la religiosidad popular, quedan representados en una lápida conmemorativa que fue hallada en Begastri, pero que durante mucho tiempo ha permanecido incrustada en la ermita de la Soledad, en el casco histórico de Cehegín. Se trata de una placa de piedra arenisca de forma rectangular (95 x 54 x 8 cm). Los laterales aparecen enmarcados por una franja con decoración vegetal y la parte superior por una decoración de tipo funicular. En el tramo inferior, bajo el campo epigráfico aparecen dos círculos superpuestos con motivos cruciformes en su interior.

  La cartela epigráfica se desarrolla en tres líneas que se leen de la siguiente manera: +IN H(oc) L(oco) R(equiescens) EC(lesiae) N(ostrae) I(nisgnis) VITA LIS CONSERVET ET HANC BASELICAM AMEN (o bien ANNO). Según la interpretación que nos ofrece el profesor Antonio González Blanco, estamos ante un cuerpo de alguien (probablemente un VITALIS) conceptuado como santo, y que es invocado para que conserve la iglesia en la que permanece sepultado.