En el mar la vida se ha desarrollado en tres dimensiones, habiendo colonizado tanto los fondos como la masa de agua. Es por ello por lo que se puede hablar de dos grandes ambientes: el pelágico y el bentónico (figura 1).
Ambiente pelágico
El ambiente o dominio pelágico (figura 2) es el formado por las aguas libres que no están en contacto con el fondo. Esta masa de agua se ha compartimentado en sentido vertical y en sentido horizontal. Así, si se gana en profundidad se pueden distinguir las zonas:
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Epipelágica: Se extiende desde los 0 a los 100 m, siendo la zona mejor iluminada.
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Mesopelágica: Se extiende de los 100 a los 500 m, siendo ya muy escasa la iluminación que llega a su límite inferior.
Estas dos zonas constituyen la zona fótica o iluminada.
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Batipelágica: Se extiende de los 500 a los 4.000 m.
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Abisopelágica: Se extiende de los 4.000 a los 6.000 m.
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Hadopelágica: Se extiende desde los 6.000 m a la mayor profundidad alcanzada en las fosas oceánicas.
Las tres últimas zonas constituyen la zona afótica o sin luz.
Si se considera el eje horizontal se distinguen las siguientes regiones o provincias:
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Nerítica: Comprende las aguas situadas sobre la plataforma continental.
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Oceánica: Comprende el resto de las aguas del ambiente pelágico.
Ambiente bentónico
El ambiente o dominio bentónico (figura 3) es el formado por el fondo marino y la capa de agua que está en íntimo contacto con él. Ganando en profundidad se pueden distinguir los siguientes pisos:
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Litoral: Comprende la franja que se extiende desde la zona de salpicaduras hasta el nivel del mar.
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Sublitoral: Comprende los fondos de la plataforma continental en toda su extensión.
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Batial: Comprende los fondos del talud continental.
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Abisal: Comprende los fondos de las llanuras abisales.
Juan Carlos Calvín