Tal y como han demostrado los arqueólogos y antropólogos en innumerables investigaciones llevadas a cabo en yacimientos diseminados por todo el mundo, los cereales y las leguminosas han formado parte de la alimentación del hombre desde siempre.
En el antiguo Egipto las leguminosas formaban parte importante de su alimentación y eran especialmente valoradas las lentejas y las habas, predilección que aún se mantiene en el Egipto actual.
Fenicios y Cartagineses tenían una alimentación a base de cereales que completaban con legumbres como las habas, cuyas diferentes partes (vainas, granos y hojas) eran consumidas tal cual o transformadas en harina.
Los Griegos primero y, posteriormente los Romanos, también consumieron legumbres en general y habas en particular, al menos en sus primeros tiempos. Posteriormente, con la expansión de sus dominios y mayor riqueza material, ambas civilizaciones, abandonan su alimentación autóctona en beneficio del consumo de alimentos traídos lejos de sus fronteras.
En este sentido, resulta curioso observar como los griegos oponían su comida frugal a la fastuosa y decadente de los Persas, o como algunos autores clásicos de la época imperial, añoran tiempos pasados cuando las costumbres no estaban corrompidas y el hombre se conformaba con la comida de su tierra natal.
Plinio el Viejo en su Historia Natural (XVIII, 48-50) dice que los Etruscos cultivaban principalmente cereales y legumbres, citando entre estas últimas las habas (fabae). Estas eran consumidas en forma de harina o simplemente se cocían con agua (gachas) o en sopa de habas.
Posiblemente en la época romana es donde nace la idea, actualmente todavía generalizada, de que las habas son comida de pobre, ya que debido a su elevado poder energético, constituían la base de la dieta de gladiadores y obreros.
Este uso de las leguminosas como sustituto de los cereales en época de escasez y alimento básico de pobres y campesinos se mantendrá durante la dominación árabe y baja Edad Media en España.
Las habas fueron llevadas por los españoles a América y de allí trajeron las judías y sus habichuelas. Sin embargo, debido a la mayor calidad de estos productos del Nuevo Mundo, pronto sustituyeron a las habas entre las preferencias de los consumidores, que llegaron a suplantar su nombre, llamando desde entonces Fabes a las habas, judías o habichuelas.
Hasta hace bien poco en nuestro país y siempre en épocas de hambrunas, la alimentación campesina incluía las legumbres secas asociadas a los cereales y, como ellos, y a veces con ellos, entran a formar parte de la composición de sopas, gachas e incluso pan.