La pesca, agricultura y comercio se potenciaron con la entrada musulmana del siglo VIII
Tras la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica en el 711, las orillas del Mar Menor fueron uno de los lugares elegidos por los emires árabes para instalar sus casas de recreo, llamadas Al-Kasar. Árabes, sirios y bereberes dejaron en las riberas del Mar Menor una forma de pescar que aún se utiliza: la encañizada. Consiste en una trampa construida con estacas y cañizo en las golas (entradas de agua del Mar Mediterráneo al Mar Menor), con la que se pescaban especies como el mújol y la dorada, aprovechando su desove en el Mar Menor. La añagaza consistía en la colocación de una serie de cañas, muy cercanas una con otra, clavadas en el suelo, que hacían imposible la salida de los ejemplares adultos de nuevo a alta mar. Después, mediante un sistema de redes, estos peces eran conducidos a corrales para ser capturados con salabres.
La economía musulmana estaba centrada en la agricultura y al comercio, apenas dieron importancia a la explotación de minas en la zona del Rincón de San Ginés. Una de las hipótesis que se barajan para explicar este hecho hace referencia a la sobreexplotación por parte de los romanos de las vetas más accesibles y productivas.
La conquista cristiana
Después de la Reconquista cristiana del Reino de Murcia, Castilla toma posesión de la zona. La primera referencia que se tiene de las proximidades de la Diputación del Rincón de San Ginés se remontan al 'Libro de Montería' de Alfonso X 'el Sabio', en el que se describían parajes de Cabo de Palos y, posiblemente, la Isla del Ciervo como buenos lugares para la caza en invierno. Sería Alfonso X quien en 1283 donaría la 'albufera' de Cabo de Palos a Murcia para abastecer con alimentos del mar a la ciudad, dividiendo también las tierras de La Manga en dos, reservando la parte Norte para Murcia (que correspondería con la perteneciente la actualidad al municipio de San Javier), mientras que la parte Sur quedaba para Cartagena. De tiempos de la Reconquista cristiana data también el Monasterio de San Ginés de la Jara, lugar de refugio durante las incursiones berberiscas en la zona.