Datos de interés
Una fábrica delicada en el barrio de Santa Lucía
En 1834 Librada Gattorno y su hijo Tomás Valarino, piden autorización al Excmo. Sr Gobernador Militar y Político de Cartagena para poder instalar una fábrica de cristal en el vecino barrio de Santa Lucía. La concesión se daría tres días después.
Al frente de la empresa estarían Tomás y Juan Valarino, y su denominación sería Fábrica de cristal y vidrios de Santa Lucía Herederos de Valarino.
Uno de los aciertos de los hermanos sería el de dar trabajo a las personas del barrio, por lo que la empresa contaba con el apoyo de todos sus conciudadanos. Otro beneficio para la fábrica era su ubicación, dentro del mismo puerto de Santa Lucía. Allí contaba con muelles espaciosos donde cargar los productos resultantes del trabajo en la fábrica y podía recibir materias para el barrio, por aquel momento aún extramuros de la ciudad de Cartagena. La ventaja de contar con un puerto comercial tan cercano a la fábrica de cristal hizo que las relaciones con otras ciudades españolas y extranjeras resultaran mucho más fluidas.
Otro de los beneficios de la fábrica era que poseía un nivel técnico muy avanzado en el sector de empaquetado y transporte, tanto en su interior como en el muelle.
La producción
La Fábrica de Cristal, a finales del siglo XIX, contaba con una producción basada en el cristal, vidrio hueco (empleado para el uso de mesa cotidiano) y vidrio plano (utilizado para cerramiento de huecos y ventanas).
La elaboración de las piezas exigía la unión de varios trabajadores y era lo que se conocía como "una plaza". Entre ellos se encontraban un ayudante, sopladores de distinto grado, aprendices, jefe de la plaza o tranchador. Según la capacidad del horno, existían más o menos plazas, cada una de ellas con un total de cinco o siete personas. En la Fábrica de Santa Lucía existían las plazas de trabajo para hacer vasos y trabajo para hacer copas.
La cantidad de piezas que eran realizadas variaba según su modelo y decoración. Las copas eran más complicadas de hacer que los vasos y, por tanto, su producción era menor.
Entre los objetos de una composición más sencilla entraban los globos (utilizados para el alumbrado por gas) y los vasos comunes.
La calidad como denominación de origen
Las piezas que se obtenían en la Fábrica de Cristal eran conocidas en toda España y algunos países europeos debido a la calidad del propio cristal y al virtuosismo de su decoración. En Santa lucía se realizaban además trabajo para todas las clases sociales.
Una de las peculiaridades que distinguían a la Fábrica de Tomas Valarino era la calificación en dos vertientes de su producción en vidrio hueco: una de carácter más popular, con precios más reducidos atendiendo a una menor complejidad de formas y calidad del acabado; y una segunda forma más específica de realizar las piezas, con un cristal muy fino, de altísima calidad, muy sonoro, y con la utilización de la técnica de decoración a rueda: con puntos, lentejas, temas florales, tallada en facetas o en guilloché.
La variedad de productos que surgían de los hornos de la fábrica era muy amplia a finales del siglo XIX y existían objetos de todas las formas y colores, desde vasos a platos y jarrones, pasando por floreros, garrafas, jarros y palanganas.
En los diferentes catálogos que aún se conservan de la fábrica se puede observar el detalle con el que se trataban los productos:
- Número de orden
- Precio
- Número de piezas que se expone
- Descripción de los objetos
- Servicio al que pertenecen las piezas
- Listado de piezas según forma
Una de las técnicas especiales que empleó la fábrica para decorar sus piezas fue la del grabado al ácido fluorhídrico. Para realizarla se protegía el objeto con una capa de barniz, cera y trementina o betún de Judea. A continuación, se trazaban con un punzón fino los motivos decorativos para finalmente sumergir el recipiente en un baño con el ácido que atacaba a las superficies raspadas con el punzón.
Sucesores de Tomás Valarino en la dirección de la fábrica
En 1877 moría Tomás Valarino y la fábrica quedaba en manos de D. Joaquín Togores y Fábregas, yerno del industrial cartagenero.
Durante un tiempo llevó el mando Joaquín, y a su muerte, acaecida en 1904, la entidad pasaría a estar dirigida por Esteban Mínguez. La empresa mantendría el nombre de Herederos de Valarino hasta el año 1908.
Tras pasar por varios directores y distintas crisis y resurrecciones la fábrica de cristal, con el nombre de Unión Vidriera, cerraría sus puertas en 1955.