Este importante industrial había pasado su juventud en la ciudad de Edimburgo, dirigiendo los negocios de la empresa familiar. A su regreso alternó la política con los negocios, convirtiéndose en miembro del partido de Sagasta.
En 1877 mandó levantar este hermoso palacete, cuyo proyecto diseñó el arquitecto lorquino Francisco Navarro Alcaraz. Mientras que la construcción fue dirigida por el Maestro de obras Juan Gil. Las obras se concluyeron en 1879, aunque las decoraciones interiores no concluyeron hasta el año 1890.
El edificio, de estilo ecléctico, se convirtió en un punto de referencia para los gustos arquitectónicos de la alta burguesía de la época. Su construcción, que incluía un hermoso jardín decorado con fuentes y esculturas, impuso una nueva moda constructiva en la ciudad. La zona en la que estaba ubicado se vio pronto salpicada de diversas construcciones siguiendo este nuevo modelo, la villa ajardinada.
El interior del edificio estaba decorado con pinturas de Wssel de Guimbarda, que representaban alegorías de las Artes y las Cuatro Estaciones. Además, contaba con bellos salones decorados según el gusto de la época, como la Sala de Reuniones de estilo neonazarita.
El edificio se convirtió en sucursal del Banco de Cartagena en la primera mitad del siglo XX, siendo abandonado posteriormente. Durante muchos años se encontró en estado de ruina hasta que, a finales de siglo, se llevó a cabo su rehabilitación. En este sentido, el jardín fue también recuperado y reconvertido para disfrute de la ciudad.
En la actualidad constituye uno de los edificios más representativos de los gustos arquitectónicos de la burguesía lorquina del siglo XIX. Por ello ha sido declarado Bien de Interés Cultural.