El poblado no tiene ningún tipo de muralla ni otros elementos defensivos. Ofrece las características de un hábitat rural disperso en el que no existen calles y las casas se disponen dentro de un espacio predeterminado, pero no ordenado. Seguramente, las casas, contaran con vallado de cañas y varas.
Todas las viviendas se disponen a lo largo de las laderas y algunas comparten el muro medianero. El espacio ocupado por estas casas estaba muy distribuido, se abren al mediodía y orientan de forma radial. Hacia esta zona, la oriental, se abría el área de cultivo, ya que aquí no se han encontrado casi restos aunque sí que se ha hallado un canal de riego.
Las casas tienen, generalmente, una planta de tendencia rectangular aunque también se documenta la planta trapezoidal. Las cercanas a la rambla se asientan sobre zócalos de piedra de tamaño regular, trabadas con arcilla; sobre este zócalo se levantaría el resto de muro en adobe. Estos elementos sustentantes, al igual que sucede en otros poblados como Los Cipreses, estaban enlucidos varias veces en estucos de diferentes colores. En ocasiones contaban con bancos adosados a los muros. Los suelos eran de tierra batida y apisonada.
Los tejados estaban construidos con arcillas, arenas y lodos que impermeabilizaban el techo colocados sobre haces de esparto sobre un entramados de cañas, varas y troncos atados con cuerdas trenzadas también de esparto. Los tejados, al igual que los muros, se encontraban encalados. Los techos se sustentaban sobre postes de madera de los cuales se conservan las improntas.
Las casas tienen diversas compartimentaciones, variando entre las dos y tres habitaciones.