Durante los siglos II y III d.C. es cuando la villa adquiere mayor importancia debido a un proceso que se va a dar en otras villas de la zona, tales como Los Cantos, El Villar o los Villares.
Se trata de una tendencia general de concentración de tierras, que operara de tal manera que las pequeñas villas van a ir desapareciendo o, al menos, perdiendo importancia, a favor de estas otras.
Su privilegiada situación junto a la Vía Augusta, la más importante vía de comunicación romana en Hispania que unía Cartago Nova con Andalucía a través de Elicroca y Basti, junto a la gran cantidad de recursos que ofrecía una huerta irrigada por el Guadaletín, así como los recursos cinegéticos y madereros de la sierra, permitieron el rico desarrollo de la villa, que va a quedar manifestado en su programa ornamental.
A partir del siglo IV d.C. parece abandonarse la villa que queda ocupada únicamente por una población residual. Este hecho se documenta en época medieval islámica, ss. XII-XIII, años en los que la villa debió ser reutilizada.