La villa ha sido objeto de numerosas campañas de excavación desde inicios de la década de los ochenta. Estas intervenciones no han sido exclusivamente de carácter arqueológico, ya que en paralelo a los trabajos de excavación se han venido consolidando y restaurando todas las estructuras arqueológicas aparecidas, convirtiéndose la actuación desplegada en este yacimiento, de este modo, en un ejemplo a seguir en cuanto al método de afrontar una intervención arqueológica.
Las estructuras halladas se encuentran distribuidas en dos alturas diferentes, levantadas sobre dos terrazas. Ambos espacios están unidos por una escalera de piedra situada en el ángulo Sureste del atrio que fue la estancia principal de la villa y que sirve de elemento articulador de todas las estancias de la terraza superior.
Sus dimensiones son de unos 6,90 por 7,10 metros; en el centro se sitúa el impluvium, especie de depósito que recogía el agua de la lluvia, con cuatro bloques de piedra escuadrados en las esquinas sobre las que se levantaban cuatro columnas, en las que apoya el tejado de este patio interior. Al Sur se disponía otra sala pavimentada, al igual que el impluvium, con mosaicos y desde la cual se accedía a los baños de la villa que aún se encuentran en proceso de excavación y que están rotos parcialmente por la construcción de un camino.
Toda la terraza superior parece que tuvo un marcado carácter residencial, debido a la presencia de suelos realizados a base de opus tessellatum, pequeñas piedras de colores que componen un mosaico. En la parte superior se documento otro patio, en torno al cual se articulan gran cantidad de habitaciones residenciales pero que al contrario de otras villas no dan directamente al patio.