Historia
Construida en el extremo occidental de la ciudad y levantada según las normas más sobrias del barroco murciano, fue costeada en los años iniciales del siglo XVIII a expensas de la Orden de Calatrava, cuya constante presencia se advierte en los elementos decorativos de su fábrica. Admitida tradicionalmente su consagración por el obispo Belluga, parece estar concluida en 1712, a juzgar por el blasón situado en el pavimento de su vestíbulo principal. Históricamente corresponde su fundación al traslado del ministerio religioso de la antigua ermita de San Benito al actual templo.
Las destrucciones llevadas a cabo entre los años 1931-1939 afectaron a la construcción parroquial perdiéndose la totalidad de su documentación, imaginería, ornamentos y objetos de culto religioso. No obstante, la Capilla Mayor conserva parte de su primitivo esplendor, tanto en el retablo principal como en las pinturas que decoran sus muros y techumbre.
El templo parroquial ha sufrido diversas modificaciones tendentes a actualizar su recinto a las prácticas litúrgicas (caso del presbiterio) y a la necesidad de consolidar su fábrica.
Entre los proyectos de restauración conservados en el Archivo Parroquial, destaca el redactado por D. Pedro Cerdán Fuentes, de 1964, para techumbre y alzado, y el de 1971, de D. Fernando Garrido. El suelo del templo fue levantado y posteriormente cegada la cripta que había bajo el mismo.
Personajes
Entre los personajes más destacados que forman parte de la historia de Abanilla y en concreto de su iglesia parroquial, sobresalen los siguientes:
Luis Belluga y Monacada, nacido en Motril (Granada), en 1662 y fallecido en Roma, en 1743, es una de las personalidades españolas más relevantes de la época.
Nombrado Obispo de la Diócesis de Cartagena en 1705 destacó por su apoyo a Felipe de Anjou, candidato Borbón a la corona española, arrastrando con ello a buena parte del clero de la península. En 1706 sería nombrado virrey y capitán general, haciéndose cargo de la defensa militar de Murcia.
Tras sus éxitos políticos emprendió la tarea de reorganizar el clero de la diócesis murciana y ampliar el poder económico de la misma, realizando obras de carácter pío y ampliando considerablemente el patrimonio de la iglesia murciana.
En 1719 le llegaría la púrpura cardenalicia y los cargos en Roma, teniendo que renunciar a la sede cartaginesa en el año 1724. En el cónclave de 1740 quedaría a pocos votos de su elección como Papa. Murió en 1743 y sus restos descansan en Roma, en Santa María Vaticella.
Lápidas sepulcrales
El suelo de la iglesia anteriormente se recubría con grandes losas, que cobijaban una amplia cripta y albergaban piedras sepulcrales grabadas con el escudo nobiliario de la familia Cabrera, habitantes de la localidad. Los Cabrera son descendientes más o menos directos del primer señor de Abanilla Don Ramón de Rocafull, primo del rey D. Jaime I el Conquistador. La Casa Cabrera, palacete barroco del siglo XVIII, frente al lateral izquierdo de la iglesia, contiene un enorme escudo de armas de los Cabrera con flaveras a los lados sobre trofeos militares, rematado en cimera.