Estatua del Cardenal Belluga, en el Palacio Episcopal
Estatua del Cardenal Belluga, en el Palacio Episcopal
Región de Murcia Digital

Historia

     En este lugar se hallaban ubicadas hasta el siglo XVIII, además de la Catedral, la vieja residencia de los Obispos y la antigua mansión del Marqués de los Vélez. Con motivo de la construcción de la fachada principal de la Catedral, se proyectó para esta zona un plan de remodelación con el fin de embellecer el entorno que rodeaba al templo.

     Por ello, se derribó la antigua mansión del Marqués de los Vélez y se promovió la construcción de un nuevo Palacio Episcopal acorde con la fastuosidad de la fachada de la Catedral. La propuesta de apertura de la Plaza fue realizada por el Obispo de la Diócesis de Cartagena en aquel momento, D. Juan Mateo López. Éste planteó la necesidad de llevar a cabo la construcción de un nuevo Palacio Episcopal, debido a las deficiencias que presentaba el antiguo edificio. El lugar elegido para la nueva ubicación del Palacio fue el solar que antes ocupaba la Casa del Marqués de los Vélez.

     En un primer momento la Corporación Municipal estuvo de acuerdo con las obras, ya que existía una plan de remodelación para esta zona que pretendía ampliar el denominado Llano de María. Se entablaron conversaciones entre el Obispo y el Ayuntamiento con el fin de establecer el trazado definitivo de la plaza. Se manejaron dos propuestas. El Consistorio proponía derribar por completo el edificio del viejo Palacio Episcopal y crear una gran explanada frente a la fachada de la Catedral, construyéndose el nuevo Palacio en uno de sus lados. Por el contrario, el Obispo Mateo planteaba la demolición sólo de algunas dependencias del viejo Palacio, conservando otras para ser posteriormente alquiladas o vendidas, con lo que el tamaño de la Plaza sería menor.

     Este debate entre Consistorio y Obispado retrasó las obras en la zona durante años. En ese periodo de tiempo el Obispo Mateo falleció y fue nombrado un nuevo Obispo, D. Diego de Rojas y Contreras, el cual continuó defendiendo el proyecto del primero. Esta situación se mantuvo hasta que el Obispo encargó a su hermano, D. Bernardo de Rojas, un estudio detallado sobre el caso y una propuesta de solución. El informe presentado determinó que la mejor opción era la demolición completa del viejo Palacio Episcopal y la construcción de una gran explanada. Este texto, acompañado de un plano trazado por su autor, se conserva en el actual Palacio Episcopal. El trazado que Bernardo de Rojas propuso para la plaza en aquel momento coincide prácticamente con el espacio que ésta ocupa en la actualidad.

     La Plaza fue definitivamente abierta en el año 1759, presentando un diseño típicamente Barroco. Su trazado responde a una constante en la arquitectura de esta época: la creación de lugares privilegiados cuyo uso dependía de las actividades propias de los monumentos que en ellos se ubicaban.

     El conjunto de la Plaza ha sufrido diversas remodelaciones a lo largo de su historia. Con el traslado de la estatua del Cardenal Belluga a la Glorieta, se construyó en el centro de la Plaza un pequeño jardín con fuente. Éste fue retirado en 1995, convirtiéndose en un espacio completamente abierto con carácter peatonal.

     En la actualidad, en esta Plaza conviven edificios de distintas épocas y estilos, tanto civiles como religiosos.

Personajes

     El Cardenal Belluga, Luis Antonio de Moncada y Belluga nació en Motril en 1662 y murió en Roma en 1743. Eclesiástico y político español, que fue nombrado Obispo de la Diócesis de Cartagena en 1705. Se declaró partidario del rey Felipe V y combatió al frente de 4.000 hombres en la Batalla de Almansa (1707). Fue Virrey y Capitán General de Valencia y Murcia, poniendo en marcha un plan de repoblación en la cuenca baja del Segura. Fue expulsado por enfrentarse a la política regalista del rey y publicó en 1709 un Memorial sobre Materias Pendientes con la Corte de Roma. El fracaso de la reforma canónica que había proyectado le hizo dejar su Obispado en 1724 y trasladarse a Roma. Con él, la Diócesis de Cartagena alcanzó el momento de mayor esplendor de su historia.