El Edificio
El Pósito es el edificio que alberga actualmente al Archivo Municipal de Lorca. Es una de las pocas edificaciones de servicios hechas a comienzos del siglo XVI que han llegado hasta nuestros días. Su diseño se debe al maestro Quijano.
Consta de un primer piso bajo con arquería sencilla y una segunda planta diáfana, todo para conseguir el máximo espacio para el almacenamiento de trigo. En 1552, el cantero Domingo de Plasencia comienza con los pilares y los arcos interiores y en 1553 se hace toda la carpintería por Guillén de Guaita. En este último año se encargan los escudos que blasonan la fachada -anverso y reverso del sello del Concejo, envueltos en guirnaldas de frutas, y escudo imperial- al entallador vizcaíno Sebastián de Bocanegra, únicos motivos decorativos que contrastan con la desnudez del muro compuesto por sólidos sillares.
La fachada es obra del siglo XVIII, en la que podemos observar un pequeño escudo de la ciudad. En 1760 tuvo que ser corregida toda la edificación encargándose de ello el arquitecto Lucas de Corrales Ruiz.
El documento más antiguo conservado data de 1257, pero las series documentales no comienzan a estar completas hasta finales del siglo XV. Destaca aquí el caso de las Actas Capitulares, que empiezan en 1474.
Breve historia del Archivo
Los orígenes del Archivo se remontan a los primeros tiempos de la reconquista por las huestes castellanas, cuando en el arca de las tres llaves comenzaron a custodiarse los documentos más importantes que constituían el eje del gobierno de los regidores, tales como donaciones, exenciones, concesiones y libros de acuerdos-Actas Capitulares-. Con el paso de los años el incremento de la documentación generada por los cada vez mayores trámites administrativos hizo necesaria la dedicación de una habitación dentro del Ayuntamiento para este fin, poniendo su custodia también bajo tres llaves, la del Alcalde Mayor, la del Regidor y la del Escribano del Concejo.
Esta situación se mantuvo hasta que los cambios en la vida política nacional y municipal ocurridos durante el siglo XIX dejaron sin valor jurídico una buena parte de la documentación custodiada en el archivo, al que paulatinamente se le fue prestando menos atención. Se tradujo esto en el descuido del local en que se albergaba y en la consecuente falta de organización, agravándose su situación por la inexistencia de personal cualificado. Este abandono se corregiría en parte con el nombramiento de archivero honorario recaído en D. Joaquín Espín Rael el año 1921, y con los sucesivos nombramientos que con ese carácter se fueron haciendo hasta que a mediados de los años 70 se contempló la necesidad de dotar al Archivo de personal específico y de un local adecuado que es en donde, al presente, se ubica. En la actualidad tres personas se hacen cargo del funcionamiento de este servicio. Para el próximo año de 2007 se espera contar con nuevo edificio destinado adecuadamente para tal fin.