El autor mencionado, tras un detallado análisis de los materiales existentes en el castillo y su entorno, fechó una ocupación del lugar en torno al siglo XI, apuntando la posibilidad de que ésta fuese aún más antigua, aunque siempre dentro de la etapa islámica. Pero la construcción de la fortaleza habría que situarla entre la segunda mitad del siglo XI y la primera del XII, más o menos en los años en los que se produce la construcción o reconstrucción generalizada de diferentes puntos defensivos en todo el reino musulmán de Murcia, acosado por invasores norteafricanos, disturbios internos, y las potencias cristianas peninsulares.
Enclave estratégico
El establecimiento de este castillo responde principalmente a criterios de control del importante nudo de comunicaciones existente a sus pies, por donde pasaban los caminos que conectaban Andalucía con el Levante a través de la costa, así como el Puerto de San Pedro, utilizado, junto al de la Cadena, para enlazar la ciudad de Cartagena y sus costas y campos a la capital del reino. Asimismo, controlaba las avenidas ultramarinas hacia el interior y las extensas explotaciones agrícolas que la acequia de Zeneta propicia en este sector de la Huerta de Murcia.
Época cristiana
Con la incorporación del reino murciano a la Corona de Castilla, en 1243, la fortaleza pasó a engrosar la intermitente red de puntos defensivos que controlaban el espacio y vigilaban las más importantes vías de comunicaciones, enclaves que eran ocupados o desocupados dependiendo de las necesidades bélicas de cada momento. La documentación bajomedieval demuestra el uso del castillo de Tabala durante los siglos XIV y XV como área fortificada y atalaya durante periodos conflictivos. Al siglo siguiente su valor militar iría decayendo progresivamente hasta su definitivo abandono.