Los restos de la villa se extienden a ambos lados de la carretera y llegan hasta la playa del Alamillo. Parece haber dos espacios claramente definidos, uno residencial y otro industrial.
Al primero pertenecen 17 habitaciones articuladas en torno a un patio central exentas de grandes elementos decorativos u ornamentales. Los suelos están construidos mediante argamasa y cerámica trabada con cal estando los muros levantados en mampostería. Junto a las habitaciones se hallaron también los restos de unas termas, de las cuales se excavó el caldarium (habitación para el baño caliente), el praefurnium (donde ardía el combustible necesario para calentar el agua) y un tepidarium (baño templado). En el muro que separaba el caldarium del tepidarium se hallaron 25 tubos rectangulares de calefacción en dos filas superpuestas.
Al complejo industrial pertenecen varias habitaciones entre las cuales destaca la numero nueve, en cuyo interior se excavaron seis piletas cuadrangulares para la fabricación de salsas de pescado.
Estos hallazgos, junto a los de la balsa y el acueducto descritos, son un testimonio de la función de este yacimiento; por una parte, un uso residencial y por otra parte industrial del cual se atestigua una doble actividad: por un lado, cultivos de regadío para los cuales utilizarían la balsa y el acueducto y, por otro lado, la fabricación de salazones.