A comienzos del siglo XVII se inició la construcción de la ermita bajo la advocación de San Francisco Javier. Paulatinamente se fueron construyendo asentamientos poblacionales entorno a esta, formando lo que podemos entender como un núcleo urbano al uso y convirtiéndose a la postre el edificio religioso en la construcción principal del conjunto de las edificaciones.
A finales del siglo XVII, la ermita alcanzó el rango de parroquia, concedido el 4 de septiembre de 1698, por el entonces obispo de la Diócesis de Cartagena Don Francisco Fernández Angulo. Comenzando las obras de la nueva fábrica el 19 de marzo del año siguiente.
Estas obras fueron concluidas una vez finalizada la torre, en el último cuarto del siglo XVIII.
En plena Guerra Civil un incendio puso en peligro la estabilidad del templo. El interior de la parroquia se vio envuelto en llamas, perdiendo gran parte del ajuar litúrgico, algunas esculturas en madera policromada y dañándose otras tantas, así mismo se produjo la quema total de gran parte de la documentación que la Parroquia guardaba.
Con posterioridad se ha procedido a su rehabilitación, llegando las reformas hasta la actualidad.