Los trabajos arqueológicos en el yacimiento documentaron dos grandes fases de utilización del mismo.
La primera, de época tardo-republicana, bajo las instalaciones de salazón y fechada en los siglos II-I a.C.. Durante esta época debió ser un asentamiento comercial con una función diferente a la que luego desempeñó; fue un establecimiento vinculado a las explotaciones mineras, comunicado con los puntos de embarque situados en la bahía de Portman. A esta época pertenecen materiales de importación (cerámica campaniense) y restos de recipientes anfóricos (Dressel I).
A partir del siglo I d.C., el viejo enclave minero se transforma en una factoría de salazones asociadas a unas estructuras domésticas que a partir de este siglo son completamente transformadas. Sus paredes son decoradas con pintura mural, sus suelos pavimentados con mosaicos, se le dota de unas termas e incluso el peristilo debió estar adornado con un importante conjunto escultórico, del que además del sátiro sonriente, elaborado en mármol blanco, se hallaron otros 14 fragmentos escultóricos de los cuales al menos tres pertenecen a una amplia serie de niños en variadas actitudes.
Tras un período de auge (siglos I ¿ II d.C) la villa del Paturro debió sufrir la crisis experimentada por la ciudad de Cartago Nova, puesto que ya no se encontraron restos arqueológicos fechables en el siglo III d.C.