La villa romana de El Paturro está adscrita al grupo de establecimientos costeros dedicados a las producciones conserveras relacionadas con la elaboración y exportación de salazones de pescado o garum.
Su situación estratégica en las inmediaciones de una importante vía de comunicación y muy próximo al importante núcleo urbano de Cartago Nova y del fondeadero de Portus Magnus (Portman) permitía que sus productos tuvieran una fácil salida al mar de cara a su exportación.
Por ello, el enclave estuvo dividido en dos sectores: uno doméstico, en los que vivían los dueños de la villa, de carácter más refinado y en el que se han exhumado fragmentos de esculturas (entre las que destaca una cabeza de sátiro sonriente), propias de peristilos y jardines, restos de pintura mural, de pavimentos de mosaicos bícromos (blanco y negro) y donde incluso se excavó parte de unas termas. En el segundo sector, de carácter industrial, se excavaron varías estructuras (balsas) relacionadas con el trabajo de salazón y que fueron objeto de constantes transformaciones a lo largo de más de un siglo.
Estas balsas, descubiertas en 1969, están recubiertas con opus signinum, un mortero hidráulico de tonalidad rosácea y de gran resistencia que servía para impermeabilizar las paredes y evitar las filtraciones o las perdidas de los líquidos que almacenaran estas estructuras. Se documentó también una rampa realizada con mortero unida a dos grandes balsas y sobre la cual se hallaron restos de conchas marinas y un anzuelo de pescar. Sobre la rampa se secaba y troceaba probablemente el pescado mientras que en las balsas se elaboraría la salsa.