Una almazara con solera
La almazara se encuentra dentro de las dependencias interiores de la casa. A la misma se accede por una puerta desde el patio interior. Otra entrada más grande da al exterior, por donde penetraban los carros y posteriormente, en tiempos más modernos, lo hicieron los camiones que traían la aceituna.
La almazara molturó por última vez en 1997, según nos lo confirmó su actual dueño Juan Jiménez, dueño también de una parte del Caserío de la Carrasca.
Se trata de una almazara que, aunque mantiene su aire tradicional tanto por el lugar donde se encuentra como por la tradición familiar que guarda, fue modernizada en 1983.
Se cambió el tiro tradicional realizado por las caballerías por una prensa hidráulica que funcionaba a través de una caldera. Dicha caldera era calentada mediante las sobras que se producían tras el prensado de la aceituna y que son conocidas como el "orujo".
Gracias a la modernización de la maquinaria se pudo mejorar en rapidez y costos, aunque no tanto como para que a la larga fuese sostenible. Por ello finalmente fue cerrada por su dueño.
Elementos de interés del caserío
Todo el caserío está jalonado por tejados a dos aguas, con tejas de cañón. El interior está protegido con "cañizo", unido a través de cuerdas de esparto. Las dimensiones del caserío, como hemos mencionado, son bastante grandes por ello hay antiguas zonas dedicadas a los establos y pajares que son utilizadas hoy como simples zonas de almacenaje que no han aguantado el paso del tiempo y sus tejados han tenido que ser sustituidos por actuales vigas de hormigón y tejas modernas.
Las paredes del interior de la casa se adornan con útiles que al perder totalmente su funcionalidad han sido recuperados con fines decorativos: arreos, morteros para picar almendra, vasijas, alacenas...
Otro de los espacios que se han conservado es la pequeña bodega familiar en la que aún hoy en día se realiza vino para el consumo de la familia.
Se trata de una de las dependencias dentro del patio interior. Se accede por una pequeña puerta que nos adentra en un recinto rectangular estrecho pero alargado.
Nada más entrar nos encontramos una pequeña prensa tradicional hecha en madera noble. Justo al lado se sitúa el lagar donde se sigue prensado uvas como tradicionalmente se hacía, utilizando las características esparteñas. El resto del espacio está lleno de cubas de mediano tamaño que guardan el preciado mosto. A modo de curiosidad se puede citar la existencia de un tonel que de manera nostálgica guarda el dueño de la casa. Se trata de una cosecha del año 39 que se realizó al finalizar la guerra.
Otro de las sorpresas que guarda este caserío son dos carruajes del siglo XIX, en concreto una calesa de un solo tiro y un carruaje también de un solo tiro. Los dos han sido utilizados hasta hace unos años por los dueños para realizar paseos por la zona. Se encuentran en un gran estado de conservación. El carruaje fue reparado y restaurado por su dueño hace pocos años.
No nos podemos olvidar de otros elementos que destacan como son los aljibes de la casa, los pozos, y un horno moruno que aún se encuentra útil dentro del patio interior de la casa.