Estamos ante una casa de dos plantas y buhardilla que llama la atención por la estructura de sus fachadas, que forman unos ejes centrales con los perfiles muy avanzados junto con sus tejados de gran pendiente a dos aguas e insertos unos con otros. De las cuatro fachadas de la casa sus cuatro tejados hacen parejas con estructura similar.
Diferente a otras casas de recreo y a las casas solariegas clásicas que se distribuyen por la geografía murciana, destacan sus líneas verticales, muy definidas a través de la sencillez del ladrillo, que por si solo decora dinteles de ventanas y puertas, entremezclando para ello mampostería revocada en blanco.
Esa verticalidad se aumenta con los elementos decorativos de hierro que se disponen a modo de agujas en sus tejados.
En su fachada principal y posterior sobresalen los dos cuerpos centrales de la edificación. Frente al paseo de palmeras la principal puerta en línea con dos balcones del primer piso, y con el balcón central del segundo, coronado todo un tejado de gran pendiente de estética centroeuropea.
El exterior se completa con distintas casitas utilizadas como salones, cocinas y otras dependencias.
El reloj por el que se conoce esta casa lo encontramos en una de sus fachadas posteriores, si bien hoy día el restaurante existente queda justo delante.
Su interior está lleno de sorpresas para la vista, una gran escalera de estilo imperial sostenida por dos columnas de madera, los artesonados de los techos, y cada uno de los cuadros, esculturas de decenas de artistas nacionales e internacionales, decoran todos los rincones del ahora restaurante.
En el primer piso, habitaciones como salas de estar, decoradas con sumo gusto y sin falta de detalles coloristas, en la sala de billar, pintados todos sus elementos decorativos del verde de la mesa de juego, asemejando palos de billar en las esquinas y bolas en las molduras.