El Liceo Obrero es edificio de una sola planta sobre un terreno con algo de desnivel, prueba de ello, como en otras arquitecturas, lo da el zócalo, de aparejo de piedra rústica, que recorre su perímetro, siendo más ancho en su fachada principal que en la posterior.
Podemos observar hoy día tres fachadas, ya que no es un edificio exento, sino que tiene adosados otros. Posee dos entradas, una de ellas se adivina como la principal por su ornamentado frontón. La división al exterior de las fachadas es armónica dentro de su sencillez, ya que se trata de ventanas enrejadas, con dinteles de ladrillo visto a sardinel y alféizares de acusada pendiente, en la base del vano, en piedra blanca. Las cubiertas de teja se asientan sobre unas cornisas también de ladrillo visto y que forman unos detalles, puestos a sardinel, a modo de mensulillas.
Lo que sin duda llama la atención de esta arquitectura es la decoración de la puerta principal. Se trata de un dintel en piedra cuyas proporciones respecto al resto de la obra pueden resultar exageradas. Una especie de frontón triangular, de marcado estilo modernista, coronado por una esfera de tonos azulados ¿bola del mundo-, encierra una muestra de los útiles representativos del trabajo obrero y artesanal. La implicación del arquitecto en este proyecto es muy significativa, puesto que quiere destacar el destino de su proyecto y dar protagonismo a la escala social que se va a servir del mismo.
Hoy este Liceo del Obrero sigue cumpliendo una función didáctica, ya que es sede del Museo Minero, imprescindible en una localidad como La Unión, y del que se dice que es el más completo de España. Toda la historia de La Unión, relacionada con su cuenca minera y procesos de extracción, está aquí expuesta. Tiene una sala dedicada a la mineralogía, y otra dedicada a la etnología minera, maquetas, y fotos que recuerdan cómo fue toda esa historia de la minería. Toda la riqueza de los minerales de la zona y de la región está expuesta.