Obras pertenecientes al templo
La talla del titular Santiago, patrón de Totana, es obra de D. Silvestre Martínez, del año 1763. En 1780 se construye el camarín donde se encuentra actualmente.
Retablo mayor de Santiago, de estilo barroco. Fue realizado por Antonio Caro, en la segunda mitad del siglo XVII. También realizó los de Ntra. Sra. del Rosario y el de Santa Lucía. Reconstruido después de la Guerra Civil, la actuación concluyó en 1947. En este mismo año se colocó en las paredes laterales del mismo unos arabescos. El tabernáculo se modificó, ya que debió de sufrir importantes agresiones.
En la antigua capilla del Dulce Nombre, existe en la actualidad un retablo de la Purísima. Este retablo mantiene en algunas de sus partes los dorados originales del siglo XVIII. La imagen de la Purísima fue encargada en 1964 por la Asociación de Hijas de María al escultor Sánchez Lozano.
Conjunto del retablo policromado de San Ildefonso, en la capilla del regidor Alonso Ramos, de autor desconocido y dorado por Juan de Arizmendi en 1595. El retablo consta de tres cuerpos y tres calles laterales, en los que el desarrollo temático guarda una relación entre cada uno de ellos, relatando en sus cajas y hornacinas, motivos de la Pasión de Cristo o aquellos otros que recogen los intereses del donante, donde se exalta, la devoción a San Ildefonso. En la calle central la imposición de la casulla a San Ildefonso de manos de la Virgen María.
Imagen de Ntra. Sra. de la Soledad, en la capilla del mismo nombre. En la actualidad se venera en esta capilla, además, la imagen de Santa María Magdalena, Santísima Virgen de la Esperanza y el Cristo de la Agonía del taller del escultor murciano Lozano Roca.
Retablo actual de la capilla de la Virgen del Carmen, realizado Por Ginés Martínez Rosa. El primitivo retablo fue construido por Antonio Caro en 1676. Los lunetos de la Capilla del Carmen muestran pinturas que presentan una correspondencia con el tipo de trabajo realizado por Silvestre Martínez Teruel. El actual retablo es posterior a la Guerra Civil, así como la actual imagen, ya que las primitivas desaparecieron durante la mencionada guerra.
La actual imagen de la Virgen del Rosario es una obra realizada a finales de los años cuarenta por el escultor murciano Sánchez Lozano.
Retablo de San Antonio de Padua, situado en la Capilla del mismo nombre; la misma se cierra con una verja de madera construida en 1767 por Félix Martí. Es este un retablo de una línea similar, aunque de mayor sencillez que el de la capilla de S. Antonio Abad. Este retablo fue reparado después de la de la Guerra Civil.
Tabla de la Piedad, procedente del altar de San Lázaro según el testimonio de algunos vecinos, actualmente se encuentra en la sacristía de la iglesia de Santiago.
Imagen de María del Amor Hermoso. Es ésta una de las pocas imágenes de antes de la Guerra Civil, que se salvó de la contienda. La imagen es obra realizada por el pintor totanero de principio de siglo Don Juan José Díaz Ortega.
Retablo de San Antonio Abad, se encuentra embutido en la pared frontal, adaptándose a su arco. Realizado en el segundo cuarto del siglo XVIII y de autor desconocido. Dos estípites enmarcan la hornacina central, en la que actualmente se encuentra la imagen de la Virgen del Amor Hermoso.
Reja de la Capilla del Baptisterio, realizada en la primera mitad del siglo XVIII.
La Encarnación de María, se trata de un cuadro sobre óleo que representa un tema mariano, de uso frecuento, a través de un lienzo de suaves trazos.
Sobre el acceso desde el templo al espacio de la sacristía, se sitúa, sobre la cornisa, en una hornacina la escultura orante del cura beneficiado D. Pedro Torres de la Caba, bajo cuya jurisdicción se llevó a cabo la construcción el templo. Es la única imagen que conocemos de estas características en la Región de Murcia, ya González Simancas señaló que "es la mejor escultura sepulcral que se conserva en la provincia". Aparece representando en actitud orante arrodillado y con las manos juntas, con las vestiduras sacerdotales. Dirige su mirada hacia la línea del altar mayor, como lugar de singular importancia en las celebraciones eucarísticas. Los motivos decorativos que envuelven esta hornacina son los propios del siglo XVIII.