El edificio se levanta justo en la ubicación donde se levantaron las termas romanas y árabes, así como el balneario del siglo XIX.
Este edificio que alberga el Centro Arqueológico participa del paisaje agreste que lo circunda, integrando en su zona ajardinada bocanas de las que fluye agua de los manantiales naturales. La construcción se ha adaptado a los restos arqueológicos encontrados sin olvidar la necesidad de crear un espacio funcional y al mismo tiempo de estética agradable. La utilización de grandes ventanales de cristal permite dotar al interior de la suficiente luz natural y al mismo tiempo posibilita que ya desde el exterior el visitante contemple las ruinas recuperadas.
El acero y el hormigón, que crean superficies lisas y con detalles con los pilares de planta circular que recorren parte de la fachada, son el otro elemento constructivo que permite no quitar protagonismo al conjunto termal del yacimiento y dotar al edificio de elementos funcionales hoy día tan necesarios como las rampas de acceso.
La zona abierta del edificio recrea un sencillo jardín con suelo de bloques de piedra rústicos, escalones y pequeñas bocanas a través de las que fluye el agua termal.
Utilizados por varias culturas
En el semisótano del Centro se pueden visitar los restos arqueológicos del siglo I y III d.C., los medievales del siglo XII y algunos de los elementos que en su día formaron parte del balneario del siglo XIX. La primera planta está dedicada a la divulgación de la historia y mecánica de los conjuntos termales.
Vitrinas y medios audiovisuales complementan el interior de este Centro Arqueológico.