La construcción se realiza a principios del siglo XX, concretamente en los años veinte, cuando en la arquitectura se experimenta con nuevos diseños, mezclando estilos antiguos y modernos, tipologías locales con el uso de nuevos materiales.
Su construcción la promovió don Andrés Méndez, que la dejó en herencia a su hijo José, conocido pintor y profesor de dibujo. José Méndez intentó, a lo largo de años, abordar la rehabilitación de este proyecto tan singular y hasta él mismo pintó algunos murales en las estancias de la vivienda; de hecho se proponía hacer de la casa mansión un mueso. En su proyecto se incluía, ubicado en los jardines, una pequeña imitación del Partenón griego.
A lo largo de años las autoridades municipales habían discutido con los herederos de la finca la futura adquisición de la misma por parte de la administración pública. Hoy día se encuentra dentro de un plan parcial residencial que tiene como primera obligación respetar tanto la arquitectura de la vivienda como la finca en la que está emplazada, respetando el arbolado y la entrada con machones y verja de hierro.
El Consistorio de Librilla ha manifestado su interés en convertir la mansión en sede de actos culturales y en la futura urbanización de la zona, con el fin de dar al barrio de El Lavador una nueva fisonomía en la que se integren las zonas urbanas modernas. De esta manera el barrio recuperaría su protagonismo como eje central de Librilla.