Dominio de la Iglesia
Al margen del origen islámico de la población alguaceña, la construcción de la torre hay que situarla en época cristiana. Según el Fundamentum ecclessiae Carthaginensis, escrito hacia mediados del siglo XV, el inicio de las obras de la fortificación fue ordenado por el obispo don Diego de Comontes (1327-1349). Y que fuese el obispo de Cartagena el instigador de los trabajos tiene su explicación. Poco después de la conquista castellana del reino de Murcia, a mediados del siglo XIII, el lugar de Alguazas se convirtió en señorío de doña Violante, reina de Castilla, por donación de su marido, Alfonso X el Sabio. Este dominio señorial quedó vinculado a las reinas de Castilla, pues tras el fallecimiento de doña Violante, éste pasaría a doña María de Molina, casada con Sancho IV. Sin embargo, a través de una permuta de lugares y fortificaciones con la corona, la Iglesia de Cartagena se hizo con el señorío de Alguazas en 1321.
Una fortaleza inexpugnable
El lugar elegido para la construcción de la torre no fue casual, pues se sitúa en un estratégico lugar que domina la confluencia de los ríos Mula y Segura, y controla los ricos y extensos campos de regadío situados en su amplio entorno. Las obras habían de finalizar bajo el obispado de don Alonso de Vargas (1349-1462). La iglesia de Cartagena, como dominadora del lugar, obtuvo entonces un excepcional símbolo de poder sobre los territorios cuya jurisdicción poseía, y sobre los habitantes sujetos a ella, quienes contaron con un elemento defensivo donde tener refugio en caso de ataque. Precisamente, por todo ello, la fortificación entró a formar parte de diferentes hechos bélicos que se dan en su entorno, y obtiene así su justo protagonismo.
Protagonismo en momentos decisivos
Su nombre aparece en las más importantes disputas violentas que se iban a dar en el reino de Murcia durante el siglo XV: a comienzos del siglo se vio envuelta en la banderiza lucha civil por el poder en el territorio murciano entre Manueles y Fajardos, las dos importantes familias que representaban la vieja y la nueva nobleza. Similarmente surgen noticias en otra disputa civil entre los propios Fajardos, reflejo de la confrontación interna en el resto de Castilla, cuando las tropas del mítico alcaide de Lorca, Alfonso Fajardo el Bravo, y Rodrigo Manrique, saquearon Alguazas en 1448, aunque no pudieron tomar su torre.
Poco habría de durar la tranquilidad, pues aprovechando las luchas intestinas entre los castellanos, las tropas del emir granadino Muhammad XI "el Chiquito" le pusieron sitio dos años después, aunque la inexpugnabilidad de la fortaleza se mostró de nuevo, y el monarca musulmán hubo de contentarse con el saqueo y quema de la aldea, así como con la captura de sus habitantes.
Edad Moderna
La progresiva pacificación del territorio, durante los últimos decenios del siglo XV y los comienzos del XVI, llevaron a una gradual pérdida de importancia bélica de la fortificación. Otras maneras de ejercer el poder se fueron imponiendo durante aquél último siglo, y los obispados no fueron ajenos a estas. Por eso, hacia finales de aquella centuria, la torre se erguía aún sobre el señorío eclesiástico, aunque su alcaide residía ya en la población.