Aspecto exterior de la fortificación
La torre presenta una planta cuadrangular, de unos 18 m de lado, con unos alzados conservados claramente incompletos (menos de 10 m de altura). Los muros están construidos con un sólido tapial de argamasa, que muestra hoy los mechinales horadando regularmente parte de los lienzos, y revelando cuál fue la técnica constructiva de los alarifes. A pesar de la calidad de la obra, la fortificación ha sido muy transformada (al parecer especialmente en los dos últimos siglos), y tiene hoy una serie de vanos abiertos que no corresponden con la obra original, que había de estar dotada de aspilleras (hoy cegadas) y matacanes. El terrado, que estaría situado algunos metros por encima del contemporáneo, se tuvo que rematar con almenas, que completarían el despliegue tecnológico con el que se dotó la fortificación medieval.
Interior de la torre
A su interior se accedería a través de una sola puerta (más postigos son una invitación a la entrada del enemigo), que quizá se situaba donde hoy está la actual del lienzo norte. Ya advierte la ficha de registro de este monumento existente en el Servicio de Patrimonio Histórico de la Región de Murcia, que dentro de la torre se conservan dos alturas articuladas en torno a un patio central de planta cuadrada (6 metros y medio de lado), aunque su aspecto original se encuentra muy alterado. No obstante, las estancias de ambos pisos hubieron de estar cubiertas por bóvedas de crucería nervadas con ladrillo. La comunicación entre las diferentes alturas se efectuaba a través de una escalera hoy desaparecida, sustituida hoy por otra de construcción posterior. Al parecer, una habitación existente en el ángulo norte de la planta baja podría identificarse con una capilla mencionada por los textos medievales.
Alteraciones posteriores
La torre fue convertida en un cortijo vinculado a labores agrícolas hacia mediados del siglo XIX, que le alteró, según Díaz Cassou, en mucho el aspecto que conservaba hasta entonces. A finales del siglo XX se pensó en acondicionarla como edificio municipal. Para ello se le adosó en la parte superior un lucernario y una cubierta a cuatro aguas, obras que terminaron de rematar las alteraciones que había sufrido a lo largo de la historia. Ya afirmó Navarro Suárez, al escribir sobre este monumento, que "el hombre resulta más dañino que el tiempo".de Fotos