A falta de estudios arqueológicos
Los restos arqueológicos conservados pertenecen a un pequeño establecimiento rural de época tardoromana, a tenor de los fragmentos cerámicos hallados en el yacimiento, que indican esa cronología.
Esta villa se desarrolla al mismo tiempo que establecimientos rurales de características parecidas: se localizan la mayor parte en las proximidades del río Argos, del que se benefician para sacar adelante un sistema de subsistencia basado en la agricultura y la ganadería.
Los restos que se pueden observar hoy en día están muy alterados por la carretera y varias pistas de tierra que rodean el cerro, así como por los trabajos agrícolas. Al pie del cerro, en las proximidades de unas paleras se pueden observar las cimentaciones de muros de mampostería. Algo más adelante hay restos de sillares perfectamente trabajados y escuadrados. Los materiales arqueológicos más frecuentes son los cerámicos; entre éstos se puede encontrar cerámica de cocina, de almacenamiento y común, junto a vajilla de mesa procedente de la Galia; se trata de cerámica gris paleocristiana, una producción típica de la Narbonense que se distribuyó por buena parte del Imperio Romano. En definitiva, los restos que se pueden observar no son muy significativos, ya que el yacimiento aún no ha sido objeto de ninguna excavación arqueológica.