Un poblado de hace cuarenta siglos
El poblado de La Placica de Armas es el yacimiento más importante de la Edad del Bronce en el municipio de Caravaca. Gracias a prospecciones sistemáticas y al estudio de los materiales hallados en superficie se ha podido establecer los seis siglos de poblamiento ininterrumpido en este hábitat, desde el 1800 hasta el 1200 a.C. Protegido por una muralla defensiva que en algunos tramos podría superar los dos metros de altura, el poblado se extiende a lo largo de una superficie amesetada de una pequeña colina protegida en algunos lados por escarpes de roca y en las zonas más accesibles por la muralla. Estas defensas están formadas por una doble línea de fortificación; dos líneas concéntricas de casi 180 metros de longitud y separadas entre si más de 8 metros.
En el flanco izquierdo del poblado está el rió Quípar, que debió ser la principal fuente de recursos de los habitantes de este poblado, ya que los aprovisionó de agua y facilitó el desarrollo de lo que debieron ser las bases de sus recursos económicos: la agricultura y la ganadería. En este flanco el accidente geográfico crea una barrera natural prácticamente inexpugnable dada la verticalidad de sus paredes.
La importancia del yacimiento argárico de La Placica no sólo radica en la magnitud de los restos arqueológicos conservados, sino también en la riqueza de los materiales cerámicos hallados en su superficie, que son los propios de la actividad doméstica de sus pobladores (cuencos y cazuelas) y, sobre todo, en la diadema de oro encontrada, representativa del nivel social de su poseedor, objeto que en la actualidad se conserva en el Museo Arqueológico Nacional.
El hallazgo de molinos de mano documenta trabajos relacionados con los cereales, mientras que la existencia de cerámicas con improntas de cestería es una prueba del desarrollo de la industria textil; de esta forma serían la agricultura, ganadería e industria textil la bases económicas principales de este poblado, aunque no las únicas.