Fundación
Tras algunos avatares, la licencia definitiva de fundación del monasterio de Santa Clara en Caravaca es otorgada por Felipe II el 7 de mayo de 1586, a petición del Ayuntamiento de esta ciudad y gracias a la donación a la Orden de Dña. Catalina de Robles de 1.500 ducados.
En 1609 D. Ginés de Perea hace un legado testamentario a la misma Orden, en el que se incluía su propia vivienda, lugar que pasará a ser el primitivo convento y que va a condicionar la historia del inmueble, pues nunca se construirá un edificio específico de carácter conventual para solucionar algunos problemas de espacio e intimidad de las religiosas; se consiguieron algunas cesiones de terrenos lindantes y otros se fueron adquiriendo, realizándose obras de adecuación para su uso en los años siguientes por el arquitecto valenciano Damián Plá, pero la disposición de su ubicación limitada por estrechas calles y en pleno centro de la villa han hecho de este inmueble un edificio de escasa fachada.
Avatares de la construcción
Al estar el edificio colindante con la modesta y antigua ermita de San Bartolomé, ésta servirá para las necesidades de culto de las religiosas, hasta que hacia el año 1700 las clarisas acometen la tarea de realizar una nueva iglesia más espaciosa y digna que la pequeña ermita; para este proyecto recurren a uno de los maestros de arquitectura que en aquellos momentos trabaja en las obras de los Jesuitas de la misma localidad, el lorquino Manuel Serrano, que se compromete a seguir el modelo de portada del Convento de San Antonio de Murcia “con torre y fachada de sillería, la parte baja de piedra dura y el resto de piedra franca”. Pero este arquitecto tardó pocos meses en variar su proyecto y acabar, por enfrentamientos con las clarisas, en la cárcel de Caravaca.
No sabemos con exactitud cuantos años después se hace cargo de las obras, según los planos del anterior, el también lorquino y prestigioso maestro José Vallés, a quien se le atribuye la fachada de la Colegiata de Lorca y que participa en las obras de los Jesuitas y del Santuario de la Vera Cruz de Caravaca.
Nuevamente surgen problemas con la edificación, en este caso con soluciones relacionadas a la ampliación de las dimensiones de la iglesia, que monta sobre la antigua calle del Mercado, paralela a la de las Monjas, y que trae como consecuencia la encarcelación de este maestro en 1706. Los avatares de la construcción hacen que en 1714 no se hubiese concluido la iglesia y los medios económicos de las religiosas se encontraran muy mermados para su culminación, que debió acaecer entre 1715-18.
El Monasterio en la actualidad
El convento, aun habiendo sufrido los percances de la Desamortización de mediados del siglo XIX y la contienda civil española, ha llegado hasta nuestros días con pocas variaciones, sólo las que se originaron de sus necesidades de uso, mientras que la iglesia ha permanecido totalmente inalterada, si exceptuamos la pérdida de elementos decorativos como los retablos.
Personajes
Entre los personajes relacionados con la historia del Monasterio, destacamos los siguientes:
Ginés de Perea, fundador del monasterio, vecino de Caravaca y Notario del Tribunal de la Inquisición en el Reino de Murcia. La erección del monasterio dio comienzo el 27 de septiembre de 1609 a expensas de su fundador.
José Vallés, lorquino y prestigioso maestro que se hace cargo de las obras del monasterio, según los planos del anterior maestro de arquitectura. Se le atribuye la fachada de la Colegiata de Lorca y participó en las obras de los Jesuitas y del Santuario de la Vera Cruz de Caravaca
Obispo Trejo. Según José Antonio Melgares pudo haber donado el retablo barroco (siglo XVII) de la Virgen de la Amargura, donde la decoración de la predela con mitras y hojarascas denota haber sido donación de este obispo que se encontraba en Caravaca en 1624.