Arpia[Iglesia del Salvador de Caravaca]
Arpia

     La historia de la construcción de este monumento podría dividirse en dos etapas; en un primer momento, entre 1524 y 1536, en el que se trató de sacar partido de la parroquia ya existente, ampliándola y reedificándola; y la segunda etapa, desde 1537 a 1595, correspondiente a la traza y edificación de la nueva iglesia, en distinto solar y con diferentes características que la anterior. Aunque artísticamente no existe relación entre ambos templos, los problemas surgidos con los artistas y su repercusión en los primeros años de la obra exigen el estudio del tema desde 1524, cuando se planteó la idea de construir una iglesia más amplia.

La antigua parroquia

     La antigua parroquia constaba de tres naves, con pilares, una capilla pequeña abovedada y otras pequeñas capillas colaterales a los lados. Había sido ampliada al comienzo de siglo con los dos cuerpos de una nave, la sacristía y la capilla de bautismo. Sin embargo se planteó la necesidad de abordar nuevas obras. En 1526, después de la habitual inspección, los visitadores expusieron la conveniencia de levantar un nuevo templo, entre otros motivos por falta de espacio y mal estado del edificio. Proponían la construcción de una iglesia con pilares y arcos en sentido longitudinal, prototipo más cercano de los templos medievales con el mismo carácter popular ya existente. Lo primordial era aumentar las dimensiones de la parroquia y variar al mismo tiempo la concepción espacial, sin preocuparles en demasía los aspectos estéticos.

Inicio de las obras

     La fecha de iniciación del templo podría situarse entre 1537 y 1539. Está documentada la presencia y dirección de Martín de Homa en el templo, por tanto, a él se debe la ejecución de la mayor parte del edificio y la plasmación de lo trazado en la realidad, ya que durante esos años se erigieron la cabecera, la sacristía, la sala aneja situada en el cuerpo inferior de la torre y el primer tramo próximo al altar, con las cuatro capillas hornacinas. En cuanto al resto del templo las pilastras del crucero estaban incompletas, a falta de algunos capiteles, y se localizaban a media altura. Él mismo arquitecto realizó las primeras columnas jónicas y pilastras que enmarcaban las cuatro capillas laterales más cercanas al altar mayor.

     Durante el tiempo de su colaboración no se ha podido constatar que Jerónimo Quijano visitara la iglesia para controlar la marcha de los trabajos. Se relaciona a Quijano con esta obra por la semejanza estilística y formal del Salvador de Caravaca con San Juan de Albacete, iglesia a la que remodelaría su planta antigua. La obra denota que Martín de Homa, junto a otros canteros vizcaínos, se formó en el contexto de unas tradiciones góticas; utilizó indistintamente molduras y baquetones de repertorio medieval con perfiles curvos o afilados y motivos de procedencia clásica. Así, la sacristía, los nervios y la ornamentación tienen un acabado gótico, mientras que los órdenes del templo y capillas reciben un tratamiento externo renacentista.

     En esta primera etapa de construcción varios maestros colaboraron con Martín de Homa, pero sus nombres no aparecen reseñados. Únicamente se sabe que en 1554 estuvieron trabajando los canteros Pedro de los Corrales y Pedro Garay.

Segunda etapa de construcción del templo

     La segunda etapa de construcción del templo coincide con los últimos años de estancia de Martín de Homa. Ya en 1557 y 1567 descendió el ritmo de la actividad. En 1567 el ayuntamiento, el vicario y los vecinos enviaron al rey una relación en la que pedían licencia para arrendar una redonda del concejo durante varios años, con el propósito de reunir fondos para concluir la iglesia. Como resultado de estos esfuerzos se entró en un nuevo periodo de actividad que se cerró en 1575. Durante ese tiempo el maestro de obras fue Pedro de Antequera, que permaneció poco tiempo en la obra, ya que en 1575 se interrumpieron los trabajos. Bajo su dirección el templo quedó casi acabado, a excepción de las bóvedas, los dos últimos cuerpos de la torre y la parte superior de la portada. Pedro de Antequera concluyó el segundo tramo de la iglesia con los capiteles de las columnas y pilastras, que difieren en cuanto a diseño y proporciones de las de Martín de Homa.

     El 27 de diciembre de 1573 fue trasladado el Santísimo Sacramento desde La Soledad hasta El Salvador, siendo inaugurado el nuevo templo.

     Sin embargo, diez años más tarde, el concejo volvió a preocuparse por la construcción, iniciando un programa para terminar el interior del edificio. En junio de 1597 se contrató a Pedro Monte para realizar las bóvedas de toda la iglesia, con nervaduras góticas, combadas y terceletes. Al cabo de tres años estaba concluido el cerramiento de las naves. Rápidamente, bajo la dirección de Andrés Monte se empezaron a reparar las bóvedas de las capillas, que habían tenido que ser levantadas para realizar la cubierta de la iglesia. Una vez concluido este arreglo se podría considerar terminada la obra renacentista. Sólo quedaban por hacer zonas muy concretas como el último cuerpo y remate de la torre y la parte alta de la portada. El tercer cuerpo de la torre con las ventanas herrerianas es de Damián Plá.

Personajes más destacados del edificio

     Entre los personajes relacionados con la historia del edificio, destacamos los siguientes:

Martín de Homa. Está documentada la presencia y dirección de Martín de Homa en el templo caravaqueño desde 1539 a 1557, precisamente el periodo de máxima actividad.

Pedro de Antequera. Bajo su dirección el templo quedó casi acabado, a excepción de las bóvedas, los dos últimos cuerpos de la torre y la parte superior de la portada. Pedro de Antequera concluyó el segundo tramo de la iglesia con los capiteles de las columnas y pilastras, que difieren en cuanto a diseño y proporciones de las de Martín de Homa.

Jerónimo Quijano. Se relaciona a Quijano con esta obra por la semejanza estilística y formal de El Salvador de Caravaca con San Juan de Albacete, iglesia a la que remodelaría su planta antigua. Según Gutiérrez-Cortines la traza o proyecto original es atribuible a este arquitecto que, señala Camón Aznar, fue discípulo de Jacobo Florentino, pupilo a su vez de Miguel Ángel. A él se debe el segundo cuerpo de la torre de la Catedral de Murcia y la Capilla de Rodríguez Gil de Junterón, en la misma Catedral.


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