Al parecer, el conjunto fortificado de Calasparra quedó planteado en varios recintos que, aprovechando los desniveles y escalonándose por el cerro, distribuía la defensa del castillo y la población amurallada. En la actualidad se observa un recinto superior que corona el monte, y que alberga una gran torre del homenaje que caracteriza al resto de la construcción, dominando toda el área circundante; un torreón o macho que, según Alonso Navarro, hubo de alzarse hasta los 12 metros.
Algo más bajo aparece otro recinto murado perfectamente visible desde la población; en su interior se conservan dos aljibes construidos con tapial de argamasa adosados al cortado de la roca para aprovechar el agua de escorrentía producida por la lluvia.
El acceso principal a la fortaleza hubo de situarse, según el historiador antes mencionado, hacia el norte del cerco, donde aún es posible observar los arranques de las torres que flanquearon la puerta. Lo más seguro es que existiese un recinto inferior y, por tanto, de mayor extensión, que hoy día esté absorbido por la población.
La construcción se realizó mediante tapiales, utilizando argamasa (cal, arena y agua) y piedras de mediano tamaño. Resultó así un hormigonado de factura algo gruesa, lo que ha contribuido enormemente a su grave deterioro. Por el contrario, en los lugares donde la piedra fue de menor tamaño, el muro ha resistido mejor el paso del tiempo.