Diseño arquitectónico
El proyecto se encargó a Pedro Gilabert. La iglesia se proyectó en un periodo de transición y aunque la estructura es de planta y alzado barroco, el interior es neoclásico. La decoración exterior es sencilla, centrada en la fachada principal y la torre. La cubierta y la cúpula tienen tejas de cañón vidriada en tonos azules y amarillos y está rematada por una cruz de forja (semejante a la torre y al frontón triangular). En el espacio interior, los grandes paños desnudos están pintados en un ocre claro.
Se trata de un edificio iniciado en 1765 y acabado en 1799, por lo que presenta las características comunes a todas las iglesias murcianas de finales del siglo XVIII. Tiene planta de cruz latina insertada en un rectángulo; sobre el crucero, que no sobresale del perímetro de la iglesia, se alza una cúpula de media naranja sobre pechinas. Posee nave central, dividida en cuatro tramos, capillas laterales entre contrafuertes y coro alto a los pies. En la fachada se levanta una torre-campanario. La nave central está cubierta por bóveda de cañón. La cabecera de la iglesia es de trazado rectangular. A la derecha del altar mayor, se encuentra la sacristía, y a la izquierda, la capilla del Santísimo. Ambos espacios están comunicados con el altar y las naves del crucero.
La torre es de planta cuadrada y se levanta sobre gruesos muros. En su base se comunica con los pies de la iglesia por una puerta. Tiene escalera de caracol en su interior que asciende hasta el campanario. En los cuatro muros se abren una serie de vanos que iluminan su interior, y otros que la ponen en contacto con distintas partes de la iglesia.
A los pies del templo y ocupando la parte alta del primer tramo de la nave central se levanta el coro. A él se accede por las escaleras de la torre. Tiene balaustrada de madera y se cubre por bóveda de cañón. También posee ventanas ovaladas que lo relacionan con la fachada principal. El cuarto trastero se levanta sobre la capilla del baptisterio, situada a la derecha de la entrada principal.
En la fachada principal destaca la sencillez de formas y la casi ausencia de decoración. La portada está labrada en piedra caliza; sobre ella está situada la hornacina que alberga al Santo titular, flanqueada por dos vanos ovalados para la iluminación natural del coro.
Nombres propios vinculados al templo
Entre las personalidades que destacan en la historia de este templo se encuentra la de Pedro Gilabert. Según Baquero Almansa, debió de venir a Murcia con motivo de la construcción del remate de la torre de la Catedral, proyectado por Ventura Rodríguez. En 1799 concluyó la iglesia parroquial de Lorquí. En 1801 hizo lo propio con el palacio del Obispo, de Santa Catalina del Monte. En 1809 las obras de Gilabert en Murcia pasaron a manos de otros arquitectos, por lo que su retiro o fallecimiento debió producirse antes de este año.
Otros personajes vinculados a esta construcción fue la Familia Marco (residentes en Murcia), mecenas de este templo y sus imágenes desde el siglo XVIII. Ángeles Marco compró y donó una imagen de Santiago peregrino a un escultor apellidado Tena. También se atribuye a la misma familia las imágenes barrocas del Cristo Nazareno y de la Virgen de los Dolores, obras de Francisco Salzillo o de su escuela.