La planta de la fortificación se puede inscribir en un rectángulo irregular, con una longitud en sentido noreste suroeste de 100 metros, y una anchura media de unos 50 metros. Presenta entonces tres sectores bien diferenciados por sucesivas líneas de muralla que, en sentido ascendente y reduciendo su perímetro, escalonaron y organizaron un día las estructuras del complejo defensivo.
El primer recinto se sitúa en lo más alto del monte, por lo que era la construcción más fuerte y, por tanto, el último reducto de defensa. Su planta, rectangular, tiene unos 50 metros de largo por 16 metros de ancho, delimitado por una potente muralla que en algunos casos posee 2 metros de espesor. Se distinguen aún dos torreones: uno, hacia el sur, pudo defender el acceso entre este recinto y el albacar; y otro, una torre de tamaño considerable (11 metros por 9 metros), situada hacia el este, en el punto más alto de toda la construcción, divisa perfectamente el desfiladero por donde transcurren las aguas del Segura.
Un segundo recinto se extiende a partir de la fachada sur del anterior; se trata de un amplio espacio murado de forma poligonal y aproximadamente unos 3.000 m2 de superficie, probablemente destinados en su día a albacar: un lugar donde los habitantes de la zona podían refugiarse con sus bienes y ganados. En este caso, los restos de muralla conservan unos alzados que no superan los 2 metros. En el flanco oriental del recinto se situó su acceso, a través de una puerta que forzaba una entrada en recodo.
Del tercer recinto sólo se conservan algunas estructuras murarias, un aljibe y numerosos restos cerámicos, que pueden indicar la existencia de poblamiento estable en su interior.
Los zócalos de los muros, que forman la mayor parte de los restos conservados, se construyeron utilizando mampostería trabada con cal; mientras, sus alzados se construyeron mediante encofrados, unas veces de argamasa, otras de tapial de tierra.