Generalmente los poblados ibéricos buscan la protección de cerros elevados, con defensas naturales y en las proximidades de vías de comunicación para asentarse; otro factor primordial a la hora de buscar un emplazamiento era la proximidad a un curso natural de agua, necesidad satisfecha por el río Segura, que rodea las faldas del cerro sobre el que se ubica el hábitat ibérico.
Así, la mayor parte de los poblados ibéricos conocidos en la Región (Coimbra del Barranco Ancho, Los Molinicos, Cabecico del Tesoro ¿etc) presentan una serie de similitudes en cuanto a la elección del emplazamiento; el poblado ibérico de Archena, conocido comúnmente como Cabezo del Tío Pío, reúne estos condicionantes exigidos por una época convulsa en la que, la necesidad de protección y el control de vías de comunicación son cuestiones fundamentales para la supervivencia.
Las excavaciones realizadas en los años cuarenta del siglo pasado sacaron a luz restos de viviendas de planta rectangular. Sus muros, levantados en mampostería, son visibles en la actualidad. En algunos casos, en el interior de las casas se encontró el ajuar doméstico, compuesto por vajillas de mesas (tanto de fabricación local como importaciones griegas) y recipientes contenedores (grandes ánforas, utilizadas para guardar vino, cereales, aceite, frutos secos¿etc).Los habitantes del poblado se sirvieron de la disposición del terreno para facilitar la construcción de viviendas. En algunas zonas del yacimiento la roca aparece trabajada, perfectamente escuadrada, para ayudar a levantar los muros de las viviendas.
La subsistencia del poblado estaba asegurada no sólo por el control de un zona con grandes posibilidades agrícolas y ganaderas, sino también por el control de la importante ruta comercial que discurría junto al río y que transportaba las importaciones griegas recibidas en la desembocadura del Río hacia el interior, vega del Segura y áreas mineras de la Alta Andalucía, desde donde, en el viaje de vuelta, se transportaban minerales demandados por los griegos.