La relación de Raimundo de Peñafort, fundador junto a San Pedro Nolasco de la Orden Mercedaria en 1218, con Jaime I y el hecho de que una de las misiones esenciales de la nueva orden era la redención de los cristianos que caían cautivos de los sarracenos, favorece la temprana fundación de los mercedarios en Murcia, de manos de Diego de Peñafort, que aún no pudiendo dar una fecha exacta, correspondería a la de la conquista de esta ciudad por las huestes reales en 1266.
Se ubicarán en un primer momento, en las inmediaciones de la Iglesia de Santa Eulalia, donde también lo hacen los trinitarios, probablemente por la proximidad de esta zona al asentamiento del campamento cristiano antes de la toma de la ciudad; pasando el 10 de julio de 1560 a trasladarse a un nuevo emplazamiento, que es donde lo vemos en la actualidad, junto a lo que era la Puerta Nueva de la ciudad. De esta primera época es el Claustro que se conserva, actualmente perteneciente al campus universitario.
A finales del siglo XVII (h.1670) el edificio sufre una ampliación, debido evidentemente a necesidades espaciales por el mayor número de miembros en la comunidad, de aquí en adelante y con distinta intensidad constructiva, se irán ejecutando las distintas fases constructivas del conjunto conventual y su iglesia, que aunque pudo iniciarse en el siglo XVI, hacia 1562, existe constancia de que en 1711 se la dota, al menos, de una nueva fachada con estética plenamente barroca.
La historia del convento durante el siglo XIX resulta sumamente agitada, por lo que se entiende la transformación y degradación del conjunto. Al parecer sufre dos incendios antes de la exclaustración del 15 de agosto de 1835, iniciándose el variado tránsito de propietarios. En primer lugar es adquirido por D. Miguel Andrés Starico, cuyos herederos venden nuevamente en 1871 a D. Mariano Girada, que aprovechó el inmueble instalando una fábrica de seda; nuevamente los herederos se deshacen de la construcción, adquiriéndolo la congregación de los Hermanos Maristas, hasta 1926, fecha en que a su vez es adquirido por la Universidad de Murcia, que desde 1935 y durante años ha tenido en ella la sede de la Facultad de Derecho, con una profunda remodelación del inmueble, de la que a penas quedó intacto el magnífico Claustro. El aspecto vetusto que imprime al campus este inmueble, queda lejos de la juventud de esta universidad, ya que data de 1915.